¡Y QUÉ…!
Víctor Raúl
Jaramillo
Para Gabriel Jaime Franco,
testigo y hermano en la orfandad
y en el temor y el temblor
que dicha orfandad estimula
cuando no somos ya razonablemente ateos.
Por la gracia de su poesía.
Olor a
siembra y lluvia
De pronto,
puente o
piedra,
luz yo mismo.
Juan Vicente Piqueras
1
“Esquizofrenia” es una palabra típica de
ignorantes como yo que nombra algo atípico o “anormal” como ser el enviado del
Padre, Lucifer el Hermoso, leer el aura, sanar con las manos, escuchar y ver a
los muertos, tener exceso de “alma” y, en caso crónico, ser el mismísimo Dios
en todas sus dimensiones. “Esquizofrenia” es sólo una palabra con la que el
poder hegemónico, pútrido y malvado, elimina del mundo de lo posible a los
hombres y mujeres creadores, de nuevo, como yo.
2
La paranoia empezó como un juego de niños: las
escondidas. Porque estábamos temerosos y sentíamos el temblor cuando se
acercaba aquél que había contado, con ojos ciegos, de diez en diez hasta llegar
a cien. Muchas veces alcanzamos a liberarnos y concebimos un descanso en el
vientre inmensamente satisfactorio: vencimos. El otro es el de escuchar las
conversaciones de los adultos detrás de las puertas. Era indecente estar a su
lado, además, peligroso: sus palabras podrían confundirnos, o lo que era peor
para ellos: emanciparnos y darnos libertad y autonomía. Lo que los adultos nos
dijeron: estese en silencio y quietico en
otro lado que están conversando los “mayores”, quizá debió ser: venga para acá y lo que no entienda
pregunte, somos libres de equivocarnos, pregunte que así tendrá mundo.
Estas palabras, posiblemente no hubieran sido entendidas, pero en ellas residía
la primera pregunta. Decía que escuchar furtivamente detrás de las puertas fue
el principio del paranoico: dícese de quien cree que hay un castigo oculto y
planeado con suma sutileza para él por parte de los que lo rodean. Es de todos,
pero la mayoría huye de su atracción; sólo algunos se quedan allí, como yo, que
me siento morir a pesar del gozo.
3
Antes, cuando no entendía su lenguaje, que es
ninguno, me ayudaba con los pájaros para crear: madrugaba. (Poco a poco me he
ido internando en la noche con su silencio de barrio dormido). Tomaba una copa
de amaretto. Era suficiente. Ahora y hace tres años, me nutre el hambre, me
pone lúcido, y en ocasiones he entrado en un éxtasis silencioso: conozco lo que
otros llaman “Dios”, lo que nos enmudece; conozco la “trascendencia” que es la
memoria de nuestro caminar en este aquí del mundo. La locura, como decía
nuestro poeta y maestro José Manuel Arango, es
violar un recinto secreto y encontrar un animal terrible. La mayoría cierra
de inmediato y se olvida del asunto; pero yo he insistido en domesticarlo. En
eso se han ido todas mis fuerzas, toda mi voluntad de crear, y espero se me recuerde
como lo que soy: oscuridad de la que yo mismo desciendo y amo más que a la llama que al mundo pone límites.
4
He estado acostumbrado a tener, y ahora estoy
acostumbrándome a ser, que no puede
ser una costumbre porque estamos en permanente devenir; los logos aprehendidos o producto de nuestra
voluntad de crear se transforman y originan, ellos mismos, identidades donde ya
no nos identificamos, y obliga el nuevo paso crearnos de nuevo. El hombre es el
único ser que se autocrea; eso de que venimos con un destino preescrito es como
si todavía nos trajera la cigüeña de Paris, ¿a los de Paris de donde los
llevarán? ¿Y en qué? Es posible que en un misil made in China. He estado acostumbrado a tener, decía. Pero no soy
lo que tengo sino lo que soy: una nada que se cree con derecho de decirle al
mundo cómo vivir; después de todo, he tenido la fuerza para ello, y éste es el
ahora definitivo: siento una necesidad de ser escuchado que me deja dudas de lo
que represento: un papel intercambiable de máscaras que, al quitarse la última,
se da cuenta que ya no tiene cara, que se ha convertido en monstruo. Por eso llamo a mi muchacha enamorada para que me
devuelva mi humanidad. Quizá aún haya tiempo para el beso.
5
Pienso, en mi narcisismo, que mi obra, si hay
algo así, será reconocida; ahora me vuelve el afán de darme a conocer, de
saberme aceptado y de asumir mi caminar como júbilo. Ya basta de cristianismo,
no me alejaré de lo que estoy siendo por más que se me imponga. Ahora me
entrego a la realidad, al cuerpo, a mi mística inmanente. Lo que escribo y
compongo debe llevarme al mundo, pero sin quitarme mi soledad. Aprecio la conversación
con el otro cuando se asume como devenir, transformación y crecimiento. He
tenido, creo yo, a pesar de las diferencias, buena recepción del que me mira y
escucha y me da humanidad. Es por eso que no niego su palabra ni su gesto
cuando se interesa por mí, y estoy dispuesto a agotarme de vida con mis amigos
y mis amantes.
6
A pesar de todo, dije, he conocido ese embeleso,
y esto es ya darle nombre, que otros llaman “Dios”. Lo múltiple inefable que
acontece en la epifanía. Y puedo asegurarles que no es lo que los vestidos de
púrpura y oro les han hecho creer. Ese “Dios” del que ellos se sirven para
poder, por eso son los criminales, es ficción; todos sus ángeles y santos son
permanencia de nuestro falso entendimiento. Pero “eso” que he sentido y no se
puede expresar sino en la poesía que se silencia, es, y en ello he metido la mano. Sentenciaba un texto tamil anónimo
que sólo podemos lograr a Dios, que
es plural, con nuestro esfuerzo. Y
ahí está radicada mi libertad. Por eso mi
verso se parece al pan de Egipto: la noche pasa sobre él, y ya no puedes
comerlo. Devóralo en el momento en que esté fresco, antes de que el polvo se le
ponga encima.
7
La escritura me sana, lo único insano es querer
que sea leída. ¿Por qué este deseo obsesivo de comprensión? Quizá porque veo un
mundo, desde mi sensibilidad, pútrido y asesino, ofreciendo una “vida
verdadera” toda llena de falsas ilusiones y chucherías que no nos permiten
entrar en nosotros mismos, ocupados por las trampas de la matriz. Necesitamos
vivir vívidamente, como quien se sienta a contemplar una puesta de sol o como
quien lee un poema en la ¿intimidad? de su hogar. Vale más el viento que
cualquier palabra. Vale más el abrazo de los amigos que cualquier premio nobel
de literatura o de la paz. Vale más la sonrisa de esa niña que no te conoce,
que la doctrina más milenaria que haya existido. El secreto somos nosotros
mismos.
8
En lo que escribo, a pesar de haberlo afirmado
antes, no hay rencor. Sólo son diarios de campo del estudio de mí mismo y del
mundo donde padecemos la herida de la vida, que es una cita sin previo aviso.
No obstante, de mis palabras crudas o metaforizadas de donde se extrae veneno
como el que Le Petit Prince pidió a
la serpiente, también se evidencian realidad y alegría, diálogo y belleza,
bálsamo para los días. Existir, aunque
es un plagio como lo realzó Cioran,
nos enseña el amor a la vida, y yo soy
la vida. Entrego, ahora con más cuidado, mis palpitaciones y mi respiración.
Siempre he querido regalar algo a los demás y me esfuerzo porque eso que
entregue sea verdadero, aunque no se entienda. Es mi amor al próximo, al hombre
que aún no ha obtenido su dignidad, apuñalado por el mismo hombre en este caminar
del desastre. Pero brotará lo nuevo, lo singular que no entorpezca la
pluralidad y su convivencia; habrá fiesta, y al fin éste será un lugar donde
volveremos a estar desnudos, y lo recibiré con agrado. Sí, y amén.
Canto a mí mismo en clave Caeiro
Me celebro y me canto.
Y todo lo que diga de mí,
lo podrás decir también de ti.
Walt Whitman
¿Para qué es imprescindible tener un
piano?
Lo mejor es tener oídos,
y oír bien los sonidos que aparecen.
Alberto Caeiro
¿Por qué una flor sólo es una flor
y no puede ser un lirio o una margarita?
Quizá porque son sólo nombres de hombres
que pasarán y quedarán como el Universo.
Saday
1
Las
cosas son lo que son y no habría porqué decir sobre ellas algo y además otra
cosa que lo que son ellas mismas. Somos nosotros los que utilizamos palabras de
hombres para podernos referir a ellas, pero en su aparecer, no tienen nombre ni lenguaje alguno. Jugamos a
antropoformizarlo todo y así creemos que entendemos la realidad, y decimos que
la realidad es esto o aquello otro, cuando sólo es lo que es.
2
A
veces sufro o supongo que sufro, como soy feliz o supongo que soy feliz; pero
todo es porque soy un hombre enfermo que aumenta el mal por preocuparse del mal
de los otros. Hay otras ocasiones en que sólo escucho y no pienso, para poder
dejar que lo escuchado sea lo escuchado, para ser eso mismo escuchado y no
detenerme a establecer diferencias o filosofías. ¿Quién nos dijo que ahora sólo hay interpretaciones? Ese
hombre también es falso como quien ve una significación en un árbol que sólo es
árbol y no lo deja egoísta en su aparecer; porque un árbol es egoísta puesto
que no se preocupa de nada sin saber que no lo sabe, ya que si se preocupara
sería un hombre y no un árbol. Pero esto no puede ser, porque un árbol es sólo
eso: árbol. Y esto es ya una interpretación.
3
Debemos sanar el mundo
es decir que el mundo está enfermo, pero somos nosotros los que sufrimos
malestares y dolencias que ponemos afuera para evitar entrar en nosotros
mismos. Nosotros que tenemos adentro, no como el mundo que sólo tiene existencia.
4
Deja
que las cosas sean lo que son, no las nombres ni les des significado. Así, en su aparecer, la Naturaleza es sólo
Naturaleza, pero siendo Naturaleza ninguna.
5
Todo
aquello y esto y lo de más allá, todo eso soy y no soy yo; tanto hacia arriba
como hacia abajo, yo soy un abismo.
Pero cuando otro me dice: “eres un presocrático contemporáneo”, río y trato de
ser natural. También soy lo mismo al
contrario.
6
Muchas
veces mientras hablo, interrumpo bruscamente y hago silencio. Otras veces me impongo
frente a quien me habla. Quizá esto no dé
qué pensar y quien está junto a mí sólo está junto a mí.
7
Es
saludable pensar, aunque pensar sea estar enfermo de los ojos y sea tan molesto
como ver caer la lluvia en una tarde de lluvia. El que piensa tiene un rebaño y
es el pastor de sus pensamientos que son el rebaño que posee. Pensar es hablar,
que a su vez, es estar-en-el-mundo-exponiéndose,
y el mundo, por ser mundo, sólo es familiar a los hombres y mujeres que, sin
embargo, desean dominarlo y no lo aceptan tal y como aparece, y se la pasan inventando la máquina de hacer
felicidad, paradójicamente, con una gran tristeza. Como yo. Sólo quieren
que las cosas sean como ellas y ellos quieren. Pero si las cosas fueran como
ellos y ellas quisieran, sólo serían como ellas y ellos han querido. Serían
diferentes, que es ser sólo diferentes, y sólo eso.
8
Quienes
conocen mi decir no saben lo que he dicho ni saben si es mi decir o el de otro,
pues, soy multitud a pesar de que
ellos estén en lo correcto: no se entiende mi ir hacia que se dice: yo soy
los que estamos siendo y también lo contrario en lo mismo.
9
Acaso
quien ama o supone que ama, no sepa lo que es amar ni lo que llaman “amor”. Amar es pensar. Amar es la eterna inocencia,
y toda inocencia guarda un gran peligro. Amar es arriesgarse a estar
desprotegidos, sobre todo cuando nos alejamos de lo amado y lo amado desaparece
y nos deja a la deriva. Por eso hay que pensar lo que amamos, con la inocencia
del que puede decir “sí”, para después estarse en silencio y huir y quedar como
el Universo.
10
La
mayoría son como árboles que no saben para qué viven y no saben que no lo
saben, y esa es su mejor metafísica; pero los hombres no son árboles sino
hombres y mujeres que buscan saber, se angustian y mueren.
11
El amor, el maestro nos
lo dijo, es una compañía. Es un
diálogo con la pregunta sobre la felicidad. Mas, tal parece, que el amor sólo
pertenece al cuerpo y no hace caso de los sentimientos. Amar sentimentalmente
es como dar significación a las cosas que, por ser cosas, sólo están en su realidad de ser cosas.
12
Debo
reconocer que el sistema antiguo que hace
andar las piernas, o el mencionado viaje
a pie, no me seduce sino cuando quiero acercarme a una realidad que no está
sobre mi sombra. No obstante, camino, y en mi caminar voy sin deseos ni esperanzas y soy ajeno a lo que veo, no por ser
singular y otro, sino porque no soy
yo: soy lo visto mismo: sin opinión ni representación alguna. Eso es mi
meditar, mi mística, aunque es bueno cerrar los ojos de vez en cuando para
aprender el ver verdadero.
13
Para
mí, tener estilo, es tener un pensamiento propio, aunque compartido, que es no
tener estilo alguno. Escribo y hago música según como esté viviendo el instante
en que escribo y hago música. Debemos ser fieles a lo que estamos siendo en
nuestro estar siendo, no a lo que los demás quieren que representemos. No
caigamos en la trampa.
14
Ser
un loco que se entusiasma con su locura de no poder dormir y leer y escribir
toda la noche como un loco que se entusiasma. Ser una palabra delirante y
obsesiva que se repite intentando convencerse de que es verdadera, y, sin ser
original, canta la realidad por todos vista con la voz de un hombre simple. Ser
un héroe que desgasta su vida en servir a los demás de espejo y azuzarlos a que
también lean y escriban como si fuera natural. Antes eso que ser el que va por la vida mirando tras de sí y sintiendo
pena…
15
La
misión que me he impuesto es despertarte y enviarte hacia ti mismo, por eso te
pregunto: ¿quieres correr delante de todos? No lo hagas como pastor si no como ser
excepcional, jamás porque huyes de eso mismo que eres. Hay que saber qué
quieres y el hecho mismo de que quieres.
16
Decir
al agua “hermana mía”, y olvidarse de beberla en su ser agua, que sólo es un
nombre que se ha puesto porque aparece como “agua”, es no conocerla en su estar
siendo agua y por tanto bebiéndola cuando las palabras se pierden y tenemos
sed. Eso es no ser poeta verdadero, es sólo ser un místico falso. Esto ya fue
afirmado por el heterónimo de Pessoa.
17
Lo
que llaman “amor”, y su acto que es amar, permanecen en el amante que ama o
finge que ama, mientras el amor se agota como lo que ha de agotarse: el hombre,
que, por estar pendiente de lo ajeno, olvida su estar siendo hombre que, casi
siempre, se empecina por la grandeza que no es su respiración, sino el
sometimiento de los otros que no son suyos porque nadie es de nadie; sólo son
hombres y mujeres que comparten la existencia en lo que se llama “orden común”,
que es orden ninguno, donde se defiende la singularidad; y es a esto a lo que
el amante llama “amor”. Una palabra que desemboca en actos violentos cuando lo
que falta es imaginación.
18
Sufro
y gozo de una manera natural, sufriendo y gozando solamente; sin preguntarme
por qué sufro o por qué gozo y esa es mi filosofía. Lo demás es una enfermedad
de mi respiración, de mi ser mariposa u otra cosa y no lo que estoy siendo como
hombre en mi estar siendo hombre.
19
Parece
ser una desgracia para algunos que sea un “poeta místico”, que es una
reiteración, y, por tanto, filósofo. Lo mejor es que los filósofos son hombres
locos, como yo. Además, no sabía que
pudiera ser alguna cosa.
20
Ya
nos lo dijo el poeta de la Naturaleza: ¡Qué
difícil es ser uno mismo y no ver sino lo visible!
21
No
nos dejemos robar las pasiones que no están ni en lo bueno ni en lo malo y son
sólo pasiones: si hay algo por lo que de verdad se deba reír o llorar, lloremos
y riamos. Si ya no soportamos las circunstancias y nos obligan a enfurecer,
hagámoslo; pero intentemos no ingresar en el escándalo ni dañar a nadie: los demás
también quieren cuidar su sensibilidad.
22
Bienaventurados
sean ustedes por todo lo que no entienden ni saben, aunque de ello no se den
cuenta. Puesto que saber y entender es ser desgraciados.
23
Como
poeta, me sirvo de vivos y muertos, y, en algunas ocasiones, de mi voluntad de
crear. En ocasiones no soy quien funda, sino amanuense que divulga; en otras,
comparto palabras y extraigo ideas en el ánimo de transformar; y existen
momentos en que el destello que preña inunda mi cerebro y comienzo mi trabajo
de alfarero y de pulir la joya donde me creo a mí mismo. Sin embargo, no tengo
anhelo de ser llamado original ni único, ni primero ni modelo, ni innovador ni
prototipo. Déjenme así como soy: un hombre sencillo y común que sabe utilizar
los instantes superiores. Eso es lo que pido. Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo.
24
Ya no sé andar solo por los caminos, porque ya no
puedo andar solo. He conocido el amor, aunque
siempre es una primera vez, y el amor es
una compañía. Amar y ser amado, es sólo amar y ser amado; pero también es
ser feliz e infeliz cuando a quien se ama está en la ausencia y no basta con
imaginarla, a ella, que por ser mi amada sólo la quiero pensar.
25
Sentir es pensar.
Pensar que sólo se hace a partir de las sensaciones que nos nutren de todo y de
nada, en el dejarnos llenar de mundo mientras nos vaciamos de él. Sólo
contemplando, sin interpretar. Siendo uno con lo sentido que tampoco se siente,
porque somos nosotros que no somos ya, puesto que es sólo la realidad. Esta es mi enseñanza. Llévala a cabo en
silencio.
26
En
esta ciudad, andamos presos en libertad. Por eso tenemos esa gran tristeza que
nunca decimos que tenemos, y enfermamos y nos paralizamos como cuando
enfermamos y nos paralizamos.
27
Para
pensarme te pienso, de no ser así no me entenderías en mi decir, porque sólo se
entiende lo que se conoce y ya sabes quién soy. No obstante, no hagas caso sino
al conocimiento de ti misma y vive como si siempre fuera la primera vez; es la
única manera de mantenerte pequeña y en la inocencia del asombro, aunque la
inocencia guarde un gran peligro. Cuando
yo muera, hija mía, sé tú la niña, la más pequeña. Cógeme en tus brazos y llévame adentro de tu casa. Desnuda mi ser
cansado y humano, y acuéstame en tu cama. Y, si despierto, cuéntame historias
para que vuelva a dormirme como yo lo hice contigo. Y recuerda que por el ir siempre conmigo es por lo que soy
poeta siempre, como lo vaticinó el monje zen.
28
También
me paso las noches sin saber dormir y escribo sin saber lo que escribo, siendo
natural para poder ser verdadero. No sé si los demás pensarán algo o no tendrán
que pensar nada de todo esto o si hablarán de ello; sólo sé que escribo como
quien tiene manos y ve cómo se mueven sin voluntad pero sabiendo qué escriben. Escribir y acabar de escribir, no por eso
seré inmortal. Sólo soy hombre entre los hombres aunque sea de la misma
raza de los dioses que no existen y, por eso, se los sigue sin seguirlos,
puesto que quien no existe no sabe lo que es caminar ni lo que es seguimiento.
Quien existe debe caminar solo, aunque ya no lo pueda hacer. Por eso lloro,
porque si no llorara estaría riendo y llorando no estando ni contento ni
triste, si no llorando y riendo como si el cuerpo que soy sólo supiera reír y
llorar, sin compararse con nada ni saber por qué lo hace. Sé que existo y soy real, pero no estoy en todo aparecer y eso me da otras posibilidades. Por ejemplo, estar
ausente aunque permanezca en un mismo lugar.
29
Mi
cuerpo se contenta con respirar y no tiene filosofía alguna, porque al tener
ideas puede olvidar que siente y sólo es eso; mas no deja de cantar porque
cuando canta es como si de su adentro brotara lo inaudito que es inaudito sin
serlo porque ya está afuera. Nada oculto a nadie y el secreto soy yo mismo como
ocurre con los demás; por eso sé que el
único misterio es que aún haya alguien que aún crea en el misterio; no
obstante, enfermo a veces y escribo todo lo contrario siendo lo mismo porque
estoy enfermo.
30
Si
me alcanzara la salud sabría amar y acompañar a los hombres en su existencia de
hombres; pero siento que ya no soy niño y nada me asombra y sólo me asombraría
que hubiese algo que tuviera que causar asombro. Estoy cansado y quiero
alejarme del mundo que por ser mundo se sufre y se goza. Quiero dormir sin
sueños ni delirios y dejar que mi cuerpo, que soy yo mismo en mi totalidad, se
entregue en el recibirme de la tierra. Ya no seré más algo que teme, pero eso
no significa que no haya sido algo que temía. Regocíjate entonces, pues,
alcancé a vivir y conocí la felicidad que es sólo felicidad. Las cosas son lo
que son y no otra cosa, si fuera
diferente, sólo sería diferente: eso es todo.
31
Te
saludo y te deseo que vivas lo que deseas vivir. Por lo pronto, iré a morir un
tiempo. Pero antes quisiera deleitarme con los frutos de mi obra, si es que mi
obra va a cosechar frutos aunque eso no interese. No basta con no ser ciego para no ver que quiero palabras sobre lo
que escribo y hago con la música, no sobre mí. Aunque frente a ellas haya que
actuar como un muerto. Si es así, es
porque es así.
32
Mi
vida fue simple como la de un girasol, a pesar de nadar a contracorriente como
el salmón y apasionado como los búfalos de la fuga. Sólo estuve siendo el que
era: un sabio con sabiduría ninguna, un poeta que se olvidó de fundar, un
músico que no agotó la vida en la vida suponiendo que tenía cerca la
inmortalidad. Mi existencia, aunque tuvo sobresaltos, sólo se tradujo en una
gran tristeza y una inmensa alegría: tristeza, porque no te vería más, una vez
muerto; alegría, porque viví lo que quería vivir junto a ti. Amé y odié; hice
música y tuve reconocimiento de la
familia del mundo, aunque a veces sentía un leve cansancio con él; fui
poeta y estuve tranquilo en mi soledad, incluso en la compañía que también
necesitaba; fui sensible y razonable con un mundo degradado y enfermo que
sólo son nombres de un hombre degradado y enfermo: siempre busqué la sana
convivencia y el diálogo, pero no tuve filosofía alguna sino la de tener
cuerpo, seguirme a mí mismo, y saber que debía crear un Dios que quiere estar
lleno de dioses con la fuerza de mi mística inmanente, porque ese del más allá, no existió nunca. Esta es mi
breve historia sin que nadie lo advierta ni el universo se inmute:
¿por qué razón que se sienta no ha de ser
más verdadera que todo lo que los filósofos piensan y todo cuanto las
religiones enseñan?
Medellín, abril 2011
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