sábado, 31 de julio de 2010

DOS TEXTOS POR ENCARGO PARA UN LIBRO NUNCA PUBLICADO

DE LA MIRADA CONCLUSIVA DE LA FILOSOFÍA.


Una filosofía nunca es una casa,
sino una obra en construcción.

George Bataille


El reverendo padre Francisco de P. Ginebra de la Compañía de Jesús, editó un curso de filosofía en tres tomos recogidos en el libro que usted hoy ve en esta exposición, luego de que sus evaluadores no notaran en él cosa alguna contraria a las enseñanzas de la Santa Iglesia o de su disciplina en Santiago de Chile el 9 de julio de 1887.

Elementos de filosofía que al momento de ser publicados, posiblemente sólo generaron escozor en los espíritus libres por su intencionada presentación dogmática y en contravía de lo que la filosofía ha sido siempre: amor (philein) a la sabiduría (sophia), y un preguntarse que todo filósofo debe hacer notar en su contexto disciplinar. Un dirigir al otro hacia sí mismo.

Su extremada composición alienadora hace notar su consabida entrega a un sistema limitado y en procura del adoctrinamiento de las “personas” que ingresaban a los colegios de segunda enseñanza. Quién sabe cómo pensaron a la filosofía como ciencia (cosa que no puede ser) y aceptaron (quizá en su totalidad) el texto que se entregaba en Bogotá en su segunda edición el año de 1893.

Tal parece que este síntoma de licencias dadas a las obras de aquel momento, no ha desaparecido en su totalidad; en nuestro caso, y algunas veces, como filiación a una ideología y en la mayoría, como fórmula de mercado y enriquecimiento de las editoriales.

Cabe anotar que el libro presenta las consabidas relaciones de la época, y quizá por esto don Marco Fidel Suárez firmó un prólogo por el bien del libro “en razón de su doctrina y de su método” y por ser el autor “uno de los restauradores de la filosofía escolástica”, en los días en que se necesitaba un restablecimiento de la filosofía cristiana sobre sus “verdaderas bases”.

Y es esto realmente el verdadero propósito del Padre Francisco y su esquemática posición. Afortunadamente tenemos en el momento actual una acción individual más despierta para transitar libres por “el mundo de la vida”, y autores de otra intención que no cierran el paso; antes bien, ofrecen su camino como una mera mirada no absoluta ni aleccionante.

Textos como éstos son dignos de estar en este lugar, el del museo.



Víctor Raúl Jaramillo
Medellín, 12 de febrero de 2007
Sin licencia y con gripe.










Hermana Florencia María


Algunos dicen que Dios es un monstruo porque es uno y tres al mismo tiempo. Igual mencionan a María porque fue virgen y madre de una sola vez. No sé donde se encuentra usted en este momento, pero quisiera preguntarle si además de los libros sagrados, ha leído al poeta Fernando Pessoa, más exactamente a Alberto Caeiro prologado por Ricardo Reis y estudiado por Álvaro de Campos, que son, entre otras cosas, la misma persona; es decir, una monstruosidad. Quizá, y con esto no quiero sonar a blasfemia, más grande que la de Dios. Esto, porque no lo hemos podido conocer como él, Dios, se conoce a sí mismo, en su integridad. Escribió infinidades y todo lo dejó sin ordenar en un baúl. Así como es posible que su hermana Margarita haya dejado cientos de cartas para usted y para el Señor olvidadas en un cajón. Ya Krishna, uno de los iniciados, decía que sólo Dios puede comprender a Dios. Entonces, para qué tanto atormentarse buscando su sino. El día menos pensado nos deja ciegos y nos envía la cura en un humilde hombre que no ha dudado nunca. Habría que estar dispuestos a recibirlo. Fernando Pessoa escribió en uno de sus poemas que no podía decir nada que Dios no supiera de sí mismo. Y nosotros intentando aclarar el misterio con nuestra corta mirada de hipócritas y asesinos.

Como ve, hermana, Dios, que está habitado de dioses, y la poesía, no se distancian sino en una sola cosa: La poesía nos permite el habla, y Dios nos silencia. Ambos en las geometrías de la revelación.

Con el deseo de que encuentre lo que busca…

Víctor Raúl Jaramillo
Asediado de Dios

Buena noche
Medellín, 9 de abril de 2007

UN POEMA

VIVIR ES UN PERPETUO IRSE

Estos días sucedieron,
y es posible que se vuelvan a ejercer.
Han quedado en el sitio justo,
al borde de una mano.

Ayer,
como decir
hace treintaysiete siglos,
el hombre vestía su primera piel,
gruñía al filo del abismo,
vientre,
gruta.

Vacío que aún interroga
la enigmática cópula de la piedra y la pasión.

Ayer caí en una boca
y evidencié un paraíso perdido,
un infierno adocenado de costumbre
que no permitía la claridad.

Cielo al revés,
envés,
tejido de la muerte
donde dejamos el otro hombre que fuimos;
camino concluido
que los demás tapizarán con alas de colibrí.

Flor que no habitaremos
y recordará nuestra música.

Seremos un fantasma,
y un fantasma
es un orgasmo donde ya no estamos.

Hablo de mí mismo,
pero te nombro:
yo como tú,
él en ella,
nosotros con ellos,
vosotros que aspiráis a la danza de la noche.

Tumba,
desconcierto del que vuelve
porque lo traen del lugar incierto
a responder por sus deudas.

Quizá no hemos dado lo suficiente.

Es probable que el mundo
deprede de nosotros
porque no damos lo que se espera.

Cuando digo mundo,
es tu espejo,
tu madre,
tu padre,
tu amante,
tu hijo.

Aquellos múltiples mundos
que aún no te nombran
porque has decidido el viaje subterráneo.

¿Hablo de ti?
¿Quién eres?

Canta conmigo para conocerte.

Coronado o no
de oro o de espinas,
sigo la trama que te nombra.

Hoy,
que es como decir:
otra ciudad,
el océano,
un nuevo y erguido dios,
los pájaros han cantado en mi ventana;
cantan porque los escucho,
no porque canten.

Hablo como Pessoa
que poetizaba sobre los seres
que cantan la gloria de Dios,
que ellos no eran cantores sino seres
y, por tanto, sólo existían.

Recuerdo también un fragmento de Blake
donde el tonto
no ve el mismo árbol que el sabio;
sin embargo,
todos podemos ver un árbol
en la medida de su presencia.

Si estamos presentes, claro.

Octavio Paz nos acerca aún más al fenómeno:
el árbol que está ahí,
en su mudo estar,
en su estar-ahí-en-el-mundo,
es diferente al árbol que vemos;
mucho más al árbol que nombramos.
Y si te nombro, ¿dónde estás?

Sólo sé que me habitas,
pero eres otra presencia
cuya revelación ha sido mediada,
oculta.

Hoy, ayer, mañana,
todo es,
todo está dispuesto,
mas nunca
como si nada nuevo existiera bajo el sol.

No obstante,
nada brota,
no surge nada.
Quizá porque no he dado lo suficiente,
tal vez no lo que se esperaba.

Pero soy un rey sin reino,
por supuesto.
Coronado o no
de oro o de espinas
o algas donde han dormido las sirenas
que no me niego a escuchar.

Mas el mástil y la soga…

¿Quién ha olvidado atarme?