viernes, 12 de marzo de 2010

CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD ACADÉMICA FUNLAM

Hace 11 años ingresé como profesor en esta institución. A finales del 2009 fui galardonado como mejor docente en el cumpleaños número 25 de la misma. Tengo mucho que agradecer a las personas que la conforman y que han pasado por sus instalaciones. Ante todo, el respeto que me han brindado y la tolerancia hacia un ser que quizá sea anarquista, díscolo e irresponsable.

Siempre he pensado que todo está para hablarse, para plantearse en el tercer mundo del diálogo. Que aunque hagamos parte de una institución privada donde existen las jerarquías, debemos tener un trato horizontal, debemos tener la capacidad de no imponer nuestras miradas ni nuestros objetivos sin antes conocer lo que se ha venido desarrollando a la lo largo de nuestra vida académica.

No estamos en una empresa, sino en una institución educativa que debe propender, como dice su misión, por el ser humano y su formación a todos los niveles. A veces nos quedamos cortos.

He procurado por la sana convivencia, a pesar de que uno no es confite para todos como decía mi abuela. Me gusta querer a las personas, no necesariamente que me quieran. Aunque un hombre vacío de amor es precisamente un hombre bien dotado para la guerra, para el asesinato, para el suicidio. Se puede convertir en un sociópata como el presidente.

No respeto a los hombres que muestran su condición de amo. Bastaría con poseerla. Es por esto que decidí no venir a la Funlam el viernes 12 de 2010. Mucha parafernalia para un tipo bajito que es esclavo de su propia tiranía. Que con sus trucos de lenguaje maniqueísta nos quiere engañar tanto como se engaña a sí mismo. Decidí, entonces, hacer lo que me vino en gana. Y quizá no se me comprenda, aunque considero esta, una desobediencia legítima.

¿Cómo entrar tranquilo a mi casa cuando la policía me espera para tratarme como un criminal? ¿Cómo un terrorista? ¿Cómo un mata presidentes? Las luchas son con las ideas, no con las personas. ¿No deberíamos acaso asumir el cuerpo del otro sino para el goce? ¿Hasta cuándo necesitaremos la violencia para reconocernos?

Muchas cosas me interesan. Entre lo que me interesa está la justicia, la libertad, el amor. Y quizá he cometido abusos de lenguaje. No me arrepiento. No me siento culpable. No soy cristiano. Sólo soy un hombre. Y los hombres solemos equivocarnos, hace parte de nuestra naturaleza incompleta y finita. Es nuestro proceso. Debemos corregir.

Siempre he creído en los hombres que dirigen su propia vida, sobretodo porque el camino es uno mismo. Hombres con autonomía, con una libertad responsable, con un espíritu crítico e investigativo. En ocasiones lo que falta es lo que sobra. Por eso decidí no ofrecer las clases del viernes pasado, que igual serán repuestas.

Pienso que sería bueno llevarme los estudiantes a un parque o a un museo o a una conferencia en lugar de tenerlos atados en el mismo salón con mis palabras insulsas y desproporcionadas. Necesitan otras miradas, deben ampliar su mundo. Por eso insisto en la lectura, la escritura y la conversación. Metodología esta que he venido desarrollando desde hace 16 años cuando di mi primera clase. Incluso antes, cuando encontré el mundo maravilloso de los libros en la biblioteca de mi tío Álvaro, ya muerto.

Además de esto, practico la hermenéutica como el arte de saber escuchar. Y escucho a mis estudiantes y pienso que muchas veces la teoría no es suficiente, sobre todo si no ha nacido de la práctica. Abstracciones metafísicas que rompen todo vínculo con la realidad, con la vida cotidiana. Es así que reconozco en ellos, bueno está bien, y en ellas, la posibilidad de una voluntad de crear entorpecida por nuestras imposiciones. Espero se me escuche.

Por eso les insisto en que hay que estudiar, mucho, porque es la única manera de no repetir. No me gusta que me repitan los textos. En cambio, que se apropien de ellos, que los dejen ingresar en su lenguaje para que su mundo crezca y no sean sólo sisas parce a lo bien y que tal. Porque como nos lo dijo Wittgenstein: Los límites de nuestro mundo son los límites de nuestro lenguaje.

Ya es hora, están en edad de reconocerse como posibles en la encrucijada de la existencia. Es necesario. Y termino con una última sentencia de mi puño: Para hacer algo conveniente es conveniente hacer algo.

¡Sabiduría y creación para todos!

Víctor Raúl Jaramillo
Doctor en Filosofía
Docente titular FUNLAM

jueves, 11 de marzo de 2010

ALAS PARA EL ESCORPIÓN

La religión es una poesía donde se cree

Reinold Niehbury



¡Cree! Eso no hace daño

Wittgenstein



LOS OCHO SELLOS

1
Maduró el signo
en la cuenca
de tu vientre
y la campana
que escucharon tus muertos
anunció
la renovación del agua

2
En la colina
se desató el peligro
caballos blancos
que se preparaban
para enmudecer
los sueños
la compañía ósea
de los tiempos

3
Dilapidadas
contra la noche
las máscaras
recogen
el último giro
de la danza
del otro lado del rito
se ajustan cuentas
con los penitentes

4
De tanto mirar
se están muriendo
las caravanas
sus trompetas
aúllan más allá de la sed
todo lo que piden
es el secreto
de la mañana

5
Rayo
y herida
se cuecen
en tus pupilas
¿qué esperas encontrar
en ese mar tranquilo?
símbolo imposible
el sonido del mundo
que se confunde
con tu lengua

6
Las catástrofes
del ángel
golpean en tu memoria
al decir de las estrellas
leones y palomas
van al mismo cielo
con sus generaciones
lo demás
es nacimiento y muerte
otoño de soles
en la ventana
de los ahorcados

7
Cuando Dios
tire de nuevo los dados
los hombres
ya habrán descubierto
otra ruta
es posible que sirva de algo
a pesar
de que el juego
siga siendo el espejo
que petrifica
a quienes miran
a sus espaldas

8
Tierra
de pétalo
de ceniza
o estación de regreso
la eternidad
sin sus relojes
camina sonámbula
por tus desiertos
siempre habrá un canto
en nuestra alma
una voz que no aceptaremos
e igual
a tu abrazo le damos la fiesta
y el espanto



ALAS PARA EL ESCORPIÓN

A esa cordura que es el poema

Pablo de Rokha


1
Dónde la palabra
la primera
dónde su milagro

La llamada originaria
su nostalgia que se interna
en los espejos
como una perra desdentada
al saber
que no sabemos

Cópula del dolor y el polvo
que nos acepta
para descubrir su luz
despiertos de pronto en la brevedad
de la hermosura

La palabra
su fuerza desde el principio
el desbordamiento de su nombre

Ser su presencia
su fuego que apremia
en las manos del olvido
ya para nadie su cuerpo
jamás su encuentro
locura repentina
que anuncia otro espanto
otro descalabro

La palabra
dónde su habla
dónde su imagen creando el Universo

Los hombres buscan su voz
la visita en las noches
el monólogo de su gloria


2
Es por ti
palabra asesina
curadora del mal conocido
tu claustro se vacía por la ventana
y todo se desmorona
como la culpa
que arremete con la lluvia

¿Cuándo nos llegó el aviso?

Deja nos divertimos
con aquello que aún nos pertenece
puede que sea poco
pero es espina y placer
que trasciende la arcilla que ha moldeado
la música del llanto

Deja mientras bendecimos
la encrucijada
para que no sea un hurto la inocencia

Como una multitud irredenta
nuestra entraña se queja
y queremos escucharte imperturbable centinela
queremos conocer tu voz reunida
a la sabiduría que guardas
en el carcaj del cielo
tu danza inconclusa de continente sumergido

Ya es justo nuestro sueño
en las cuevas
para que un sol inmenso
lacere nuestros ojos
y se avecine la caravana de tu eco
ya nombrada palabra
en el génesis de nuestra fe


3
Y ahora
que nada ni nadie
nos separa
te somos fieles

Ahora
que nada ni nadie
nos separa
se abre la tarde
mientras dejamos caer el agua
sobre nuestros cuerpos

Con todos
en nosotros
y en mí
atada a las manos atadas

Te escuchamos
te alabamos
te glorificamos
madre

Te padecemos
palabra constante
te seguimos
desde nuestra tumba
extensión estrellada de la Tierra
somos los que cantamos
en la búsqueda de nosotros mismos
lenguaje ávido del comienzo

Volvemos a ti
luego de estar errando
por los pasillos de la duda
todos los que somos
todos los que estamos
volvemos
con nuestras familias
como un solo destino
al acecho de tu mano

¿Qué fue de ti en nuestra ausencia?
¿Cómo edificaste tu reino?


4
Es para ti
esa soledad de raíz
de rey en el tablero arrasado

Es para ti
ven pronto al sacrificio
ordena una nueva crucifixión
y levantemos tu última plegaria

¿Dónde estás?

La luna es de sal
y el agua podría acabar

Es para ti

No olvides nuestra lanza
ni la tormenta
que tu rostro
recuerde nuestros rostros

Nuestra búsqueda es por el prodigio
momento presente
que se retira en su vuelo
a través de la ventana
con su cabeza rodeada de silencio

Cerca estamos
con el miedo de caer
al lugar donde nadie nos nombra

Los rezos de la mañana
no alcanzan para el día
si su espada no atraviesa el vientre

El vino
es de tu casa
palabra negra que regresa
en los vestidos
de la estación iluminada

El camino
es tu mano que apunta
al paraíso innombrable
donde nada muere
y todo es feliz

Pero no somos sus huéspedes

La historia ha pintado
una bestia
en la mirada de los niños
y ahora todo duerme
como un pájaro ciego

La verdad es una herida
heredada
hacia el correr de los siglos

Hoy le decimos sí
y quizá le digamos no

Se pronuncian los gestos
tal vez
pero del pensamiento nada se sabe
movimiento
de un cuerpo en reposo


5
¿Dónde estás palabra sagrada
cuál es el hilo de tu laberinto?

La rosa se desangra en la copa
y el vidente bebe
del pulso de su metáfora

Nuestro costado es semilla

Extraña es la canción del hueso
crepitante su médula
que se alimentó de las cenizas

Como pálida piel
el deseo se presenta
nos vamos
pero volvemos
aunque nunca jamás se abran las orillas
volvemos a verte
palabra
en la lechosa sangre del vencido
en el ritual de su viaje
toro sacudido en el carnaval
serpiente que representa al cuchillo

¿Quién tiene el secreto?

Todo estaba escrito
se nos ha ido el tiempo
en buscarnos entre la higuera
y mañana ya no seremos
este ardor
urdido en el silencio
de una primera estampida


¿A qué hora aprendimos la mentira
el falso dolor
la caricia traicionera y desalentadora?


6
Todo es bello

La flor y el espanto
están al servicio del poema

Época tu pelo
en la curva del áspid
trompeta tu carne justa

Remolino tu cuerpo
la fuga de tu nombre
palabra

¿Hacia qué lugar se dirige el tiempo
con su carga de cultivos
sometidos al gemido de las sombras?


7
Es el océano de la palabra
recorriendo los jardines de la conciencia
los muladares

Es el océano de la palabra
y nuestra juventud
respira en sus manos
sorprendida aprendiendo el naufragio

Sin embargo
hay que callar

Danos la sabiduría oh perdida
y estrangulada simiente
danos la visión y la clarividencia
que sea tranquilo nuestro paso
por las montañas y el mar

Somos otros
y cultivamos nuestro espíritu

Ahora que le debemos a la obediencia
y una luz en las espaldas
nos bendice
todo cambia y lo posible se oculta
en la salud de los panteones


8
Monstruos de cieno húmedo
que desatan la ira del rayo
olvido de antiguas cosas
que dictara el árbol desnudo
a la caída de su ángel

Nuestra casa no es
sin tu presencia
palabra
madre
cuerpo de la idea
serenidad inconclusa
en la que el caminante prepara su puño
cuando se anuncia el diluvio
y la miseria

Nuestra casa peligra
sin letra
cuando arrecia la intimidad de los altares

Pero tu eres peligro también
principio y representación
de la geografía de la muerte
que cuecen en secreto los muros de la noche

Te sabemos
ungida en la misericordia
y con pocas señales
sabremos poner pie en la cordura

Estamos ciegos
los muertos nos guían
como si fuésemos la sombra de Orfeo
se nos rompe la cadena
el significado de un instrumento tardío
nos acorrala en las profundidades
pero la Naturaleza recupera el juego
aunque no sepamos quien nos acompaña


9
Cada día que pasa
nos muestra un nuevo pedazo
de nuestro interior
y creemos que estamos lejos
en el lugar donde comienza la mañana
porque estamos naciendo una y otra vez
y nunca es lo mismo
y siempre es la primera vez
y todo cambia en el miedo
y en el entusiasmo

Todo pasará
en el momento en que se fracture la tarde
y comenzarán a pudrirse las olas
la memoria estará adolorida
de tanta oscuridad
la eternidad subirá hasta la boca
de los hombres que cruzan las calles
su existencia será una exhalación

Dóblate recuerdo
la última vez será la primera



10
Salimos a respirar
sacamos a ventilar nuestro remordimiento
estamos aquí como si fuera allá
y unimos la manos
como si en la sorpresiva plegaria
se hablaran los hemisferios del mundo

Vamos por el lento verano
con la corona del tiempo en el sueño
y un lirio de lluvia en el pecho
el blanco de la pared
los transeúntes desdibujados en el calor
los túneles que se abren en el espacio

¿Hacia qué misterio nos dirigimos?

La música rompe las distancias
y el pan y la golondrina
mil pupilas escriben letanías
mientras los soldados se acarician en su tienda
la soledad los cerca aún
la soledad que va siempre desnuda

Ven y vamos
galopemos en la locura
desatemos el deseo
la transparencia de lo verdadero
el combate de lo que será
las alas del signo
que anteceden a la tragedia
que acumula errores
sin asombro
vil carcajada


11
Hablar despacio
que se entienda la respiración
apuntar a la paciencia
al loto vestido de viento
en la madrugada del oficiante

Éramos nosotros los caminantes
ahora soy yo el que se desvela
tratando de encontrarte palabra

No queda nada
el baile del polen se vuelve espejismo
mis pensamientos urgen la esencia
el explosivo canto de las sirenas
esa furia que sale del viento
y trata de descifrar el rumbo del Universo

Voy con la pasión
en el habla
hasta que llegue el momento
de enmudecer en la obra
la gran obra que nos dice
que podemos evidenciar nuestro sitio en la Tierra


12
Ya no creo
en todo lo que cruza por mi cabeza
a no ser
la prueba fiel de que existo
la piedad que ensombrece a los inmortales

Elijo la armonía
en lugar de la conquista
a pesar del sufrimiento
a pesar del encuentro con aquel vagabundo
que transitó toda nuestra niñez
por los parques vacíos
y terminó atado a un árbol presa del fuego

¿En las fauces de qué animal
reconocemos su perdón?

Hay que pasar a través del miedo

¿Por qué no dirigirnos al lugar seguro
que indican nuestros mapas?

Está el arrojo y la aventura
la vigilia aún vestida de sueño
las grandes empresas que han abierto el Planeta
en todas las direcciones
y para todos
las que seguirán actuando
como una necesidad que supera a la muerte


13
Aquí estoy
yo estoy contigo
mi corazón late junto al tuyo
en el conocimiento simple de las cosas
mi voluntad levanta el polvo
donde quedó sumida la misericordia
todos esperamos algo
pero sólo algunos esperan la verdadera muerte
ese gran pozo donde no caen las monedas
algunos malditos se agigantan
sin el lazo misterioso de la vida
recorriendo sus sienes bautismales

Todo es un descubrimiento
y nada carece de símbolo

Los oficios de la palabra
se congregan como médula religiosa
por los hechos y los cantos del mundo
los oficios de la palabra
se propagan
sobre la escritura de un cuerpo plural



14
Dios está triste
Dios está triste en la colina
Dios y su ternura de olvido
desorbitada en los muslos de la muchacha
Dios que es la arcilla
donde los hombres
descansan sus manos cansadas
mientras siguen la creación
del mundo


15
Te desgastamos palabra
en el centro de las iglesias
en el hediondo rumor de las sepulturas

Un melancólico viajante se persigna
y un sol rojo se arroja sobre los tejados

Impasible marcho
imperturbable sin saber
de dónde vengo
y hacia dónde me dirijo

Sólo lo que viene a mí me pertenece
sólo lo que habita el presente
tiene conciencia de mi medida y de mi silencio


LENTA BIOGRAFÍA

Tiemblo, el gran temblor del Universo se acomoda a mis entrañas. Imagen tras imagen la imagen de los cuerpos se despelleja en mil imágenes sin cuerpo. Fatiga y desprecio en las pupilas de las madres de la muerte acurrucadas en las esquinas. Sufrimiento en los costados del mundo que no acaba. Virtud del suicidio y el irse de una vez al abismo que han dejado en medio las manos del Creador.

Tiemblo, y predico las tempestades del hombre y un león sepultado en los corazones; la lengua de la vida apasionada. Invertidos veo los bailes del alma que juega a irse hacia los panteones: árbol de la Voluntad donde la frase de la Libertad elogia el canto de las guillotinas.

El mito volverá entonces poblando, lentamente, el pensamiento y su expresión. Los ancianos traerán para su liberación el emanado conocimiento de los dioses, las metamorfosis de las bestias. Sus huellas todavía representarán la verdad y la concepción de la realidad se llenará con el verbo que guardan en sus carrozas. Tiemblo mientras los pájaros anidan en las cruces y la rosa invoca el pudrirse en el dolor. Oh, signo de la Tierra. Hemos heredado un viaje por la incertidumbre para luego desaparecer.

No soy decente pero sufro; apenas comienzo y sufro. No aspiro a las estrellas ni a la noche, amplia y suelta como los cabellos de la muchacha. Quizá el llanto del nacimiento aturdió el sendero pues recorro los lugares del sol y no encuentro mi sombra. La huella de mi mirada ha naufragado en las demás miradas y me sumerjo en los otros sin elevarme y la tristeza de mi yo oculto despierta una pesadilla maravillosa. Oh, santísimo tormento.

No sé si hablar sirva para algo; es otra forma de abandono o tolerancia juvenil, y ahora no sé nada porque nada soy y lo que he sido está debajo de mis zapatos diluido con el último compás del símbolo. Vago, divago vagando por los corredores de esta casa marchita y no encuentro mis pertenencias. Sin embargo, me apacigua la renuncia. Sí, lo sé, son sólo momentos diminutos para luego tirarme de nuevo en busca de los frutos de la borrasca de mis años.

Aquí sentado, ahora por necesidad, veo la quietud de los instantes, escucho la marcha de la eternidad. Llevo lutos amontonados en mis oídos y la columna vertebral de mis sentidos está encorvada, a punto de quebrarse con la patada de las semanas. La mañana llega igual cada mañana, igual que todas las mañanas del Universo, y a pesar de ser cada mañana una única mañana, un solitario gesto en la experiencia del lenguaje, todas las mañanas la mañana.

Ya sale el sol por todos los costados, por todos los acostumbrados costados de Oriente, y propone un olvido a las huellas del sueño. Quizá me pierda si entro al recuerdo y me vea entretenido en los juegos de niño. Continúo con el corazón retorciéndose en una tristeza entrañable e inútil. Ahí va la miseria con sus quehaceres de puta como toda posibilidad en el momento justo, como todo orden enfermo hacia el limbo.

El miedo ha hecho de mí un mendigo y aunque es fuerte la urdimbre de mis regiones y los pájaros vienen cada día con más luz a visitar mis aposentos, sólo espero el tierno abrazo del vacío. Que sea certera la caza de su arco; la fiesta del mundo que se consuma y otorga.

¿Cuál es esa canción que nos ha traído el fuego? Está sonando mientras nos lamentamos, mientras lamemos con los pétalos del delirio nuestras llagas. Pululan los asesinatos y las costillas de la ciudad están desnudas. No me precipito. Lo único que hago es aprender. Por eso escribo, para seguir. ¿Seguir a dónde, me preguntas? yo no sé a dónde ni por qué; pero estoy seguro del seguir, por siglos de siglos seguir, todos. No me pidas que lo explique, no lo sé, y si lo supe, ahora lo he perdido. Debió ser un temblor, la Voluntad de una Conciencia en la niebla. No lo sé ni me importa.

De nada vale bendecir lo que siempre ha estado presente. Ah, los nuevos cultos y sacrificios; el oro finalizado en una carcajada. Si me levanto es para dirigirme hacia las alturas; para celebrarme en la distancia. Bebo el vino ruidoso del mar para ir y volver sobre mí mismo; luego busco el reposo con felicidad aunque me sepa huérfano; un símbolo que se acostumbra a la familiaridad de las tumbas.

Ay, amor violento de mis años, horizonte atormentado de mis días: en mi carne se han clavado los atardeceres de la Locura y multitud de perros aúllan en mis venas aún. Bastaba una sonrisa para dejar en paz al caballo desbocado y la santidad de su humo buscando quien le creyera ante la inminencia del extravío. ¡Oh miedo de espectros y extrañas conquistas!

Poco a poco el viento nauseabundo se ha ido alejando como la sombra huidiza de un demonio cansado. Y el divino vicio de la Soledad va abriendo las ventanas para ver pasar al Hombre coronado con el signo de las mortajas. Sus pasos aguantan los estertores que cercenan el poema, los fusilamientos sin hora y sin lugar, el rayo hipócrita de la multitud sembrado en los muñones, la purificación mutilada por la abrupta caída de la Libertad. Los campos son vestigio de una guerra que intentaba el paraíso.

Habla el que corrió horas, días enteros con la fertilidad de un rostro contra el pantano, ensanchando y estrechando el viaje, resolviendo el sueño de algún espejo atrincherado en la despedida. Habla el que incendió los países de su memoria buscando llegar a otro imperio de vastas sorpresas, haciendo estaciones en el desvelo y la abstinencia, quizá pidiendo el destierro de la deuda perpetua donde acampan irremediablemente nuestros sollozos. Habla el que derrumbando las fronteras no fue suficiente para la nueva soledad donde los amigos sólo son estrellas sin nombre al cerrarse el eclipse. Habla el que fue sanado, lentamente, por la piel próxima de sus semejantes mientras emprendía cruzadas de polvo hacia sus adentros.

Te digo que mis calles sudaban una pesadilla que entraba en las iglesias para desclavar a Cristo y bajarlo antes de que muriera y llevarlo en los brazos amorosos hacia el Círculo donde ardió por vez primera nuestra nave. Entonces vi la paloma repetida de sus ojos, el ataúd entretenido con la abundancia de cisnes degollados. Así comprendí que las cosas regresan aunque nunca sucede de igual manera: son otros ríos, son otras tierras, son otros fuegos que crecen desde la memoria y nos acompañan en la otra manifestación de lo que somos.

Hay que enmudecer primero para poder cantar. Una breve sonrisa se dibuja en el cielo. En algún corazón debe estar dando a luz una nueva señal y en poco tiempo vastos ejércitos estarán anunciando a su paso la tierra prometida. Apenas reflejo entre los hombres. Por ahora ven, acércate. Al final todo vuelve a verse con los ojos cerrados.

LA QUIJADA DEL SÚBDITO

De nuevo convocados a la guerra estúpida que estremece la Tierra. Con la punta del siglo en el costado, cargando las muertes que otros nos dan de alimento. Los secuestros que anuncian la humanidad partida en pedazos, trastabillando bajo el dominio de una ráfaga de mentiras. Cobardía incendiaria que se instala en los rincones que la calle permite, mientras se contrabandea el ánimo, la libertad, la alegría. Hambruna desfigurada que corroe el camino de los vivos, el juego de los niños que brincan en las camas sangrantes donde agoniza la paz. El rugido ahuyenta el rebaño, las trompetas suenan sin que ningún profeta las anuncie. ¿Dónde crecen los espejos que nos muestran la luz que compartimos desde el principio? ¿Dónde el milagro que nos asegura la continuación de nuestros hijos? Pero a quien podría doler esto, es sólo poesía, de la que no truena, de la que dejan olvidada los que toman la quijada para fracturar la cabeza de su hermano. Aquí vamos de la mano de la mierda que nos venden cada mañana. Cada día que pasa nos levantamos envueltos en farsas que nos niegan el centro, que nos alejan del camino. Ninguna razón nos da la magnitud del otro, su nerviosismo lo pone a bailar a la orilla de la realidad. El cuerpo plural de los días estalla y nadie lo reconoce, ningún signo, su voz ha caído, los ojos los han sacado; la calavera rueda por los pasillos del poder, mala señal; los súbditos corren en turba, alguien tropezará; los ángeles observan, llevan las cuentas; los demonios devoran, al fin y al cabo no todos los días nos atrevemos a la guerra del fin del mundo.


MATANZA DE PIEDRAS

Los hombres ya no pueden tomar parte en nada, su destino ha caído al fondo de la tumba, y el fantasma de Dios deambula por las calles como un grito silenciado, como un amante sidoso. La búsqueda de su cielo permanece en la entrada del veneno que inyectan los días en los sexos abiertos. Las turbas demenciales avivan el camino de su danza descompuesta, de su pus, su sangre, los brotes de lepra. Dios también es posible en el canto arrojado de los hombres, Dios, que es una historia que mal contada se resiste a desaparecer. ¿Dónde situar su grito? ¿Dónde su hermosura? Los hombres han asesinado su figura, han contagiado las épocas de muerte celeste, han destruido la imagen y por tanto reducido la idea. La idea de Dios que está contagiada de olvido, vómito que aún se retuerce en las entrañas del mundo, maraña donde se pierden las visiones de su propósito. El mundo ha sido entregado a un animal insospechado, su ruta describe la misma cercanía de la guerra que Dios puso sobre nuestra cabeza. Dios oculto que entorpece la canción de la danza, que debilita la savia de nuestra fuerza, la savia que es la fuerza, la fuerza que nutre nuestro tronco de hijos desérticos y hambrientos. Dios que nos puso su mano en el hombro cuando le dimos el aliento sagrado, cuando le compartimos la creación de lo creado. Dios que olvidó su refugio, fantasma que después de muerto advierte el poder de la palabra creadora que se establece en la poesía. Dios, poeta decrépito que se alejó de lo creado y dejó al hurto su casa, que se instaló en la otra orilla desde donde niega haber tenido parte en la mutilación de nuestro espíritu. Dios posible y dador de nada, máscara afilada que los vencidos adoptan en el momento mismo en que la locura se acerca y los bendice. Dios posible como una matanza de piedras.

SONATA DE UNA MUERTE (NOVELA) 4

CAPÍTULO 4

SADAY VUELVE A TENER UN SUEÑO QUE LE DICTA

Ven, vamos a jugar desnudos bajo la lluvia, reconozcamos el terror original del engendramiento y empuñemos la tierra que habrá de soportarnos algún día. Asegurar la actividad en el mundo donde se establezca un reconocimiento, es lo que pretende la gran mayoría de los hombres. Imponer, sustantivar, subrayar su yo, transmitirlo y comunicarlo para trascender el mundo y no quedar solos. Temen encontrarse con ellos mismos, temen morir para el mundo. ¿Por qué, si somos el mundo, si en cada uno de nosotros se manifiesta lo sagrado y lo profano en relación íntima con el Universo? Podría bastar con reconocernos como parte de lo existente, como respuesta viva del milagro que nos reúne como creación. Pero no es tan sencillo; es la sacudida del olvido que nos deja tirados en la nada donde habita la memoria perdida de las cosas. Es el recuerdo mutilado, la tradición escindida, la ruptura de lo que se ofrece lo que nos aleja de nuestra condición, o en otros casos, lo que nos acerca y nos permite la reconciliación con nosotros mismos. Por esto el hombre activa su tiempo y su espacio, por temor a morir definitivamente, por temor a evidenciar el inútil propósito de sobrevivir cuando su cuerpo se descomponga, cuando sea carroña, cuando argumente desde el polvo. Lo único es que este hombre que se olvida de sí mismo en la representación de su propia sombra, olvida la luz, es sólo disfraz. Olvida la voluntad de crear que lo proyecta a las relaciones vivas con lo que acontece, con el presente donde obtiene la acción real de su espíritu. Y qué es lo que se piensa de su espíritu que es nuestro cuerpo y nuestra alma; qué es lo que se piensa de nuestro conocimiento, de nuestra vivencia acalorada de lo que sucede. Las aproximaciones al espíritu hablan de su totalidad. La manera como éste se muestra, abre las posibilidades para acercar el sentido a su presencia. Muchos hombres exageran con el espíritu hasta el hecho de escindirlo del mundo, de dejarlo fuera de todo acontecimiento humano. Ponen el espíritu como una actividad que se genera afuera y afuera permanece. Pero otros lo acercan de tal manera que abusan en su vínculo con lo existente; como nos lo han dicho: se toman muchas confianzas con él. Sin embargo, el espíritu es el hombre, es la familia del mundo. El espíritu es la fuerza que necesita el mundo para aceptar la ignominiosa carrera, el desbordante crecimiento de las fronteras, la inclemente incapacidad para aumentar la Humanidad. Los chamanes curaban el espíritu de la tribu con un canto alrededor de varios huesos, por lo tanto el espíritu es canto, es hueso, es uso. El aliento que piensa el mundo, la reunión del alma que vivifica, integra y crea, y el cuerpo que acaece en el goce y el dolor. El espíritu es luz, rayo, fuego; es tensión, símbolo, camino. El espíritu es misterio, pero tal parece que el único misterio es que aún haya alguien que crea en el misterio. El espíritu es el orden que se establece en el mundo como conciliación y dominio, es iniciación, acción, poder.

Saday recuerda que la inspiración es trabajar todos los días y comienza a escribir una nueva serie de poemas, pasando así cuatro años sin reunirse con sus amigos.


EL REENCUENTRO

Ayarda fue la primera en ver llegar a Saday con su cartapacio entre las manos. Cantó entonces una tonada familiar y Los Sentados en Círculo se reunieron a escuchar lo nuevo de Saday.


COMO NADANDO EN EL SOL

Die alte Sonne
rührt sich nicht
von der stelle

El viejo sol
no se mueve
de su sitio
Ernst Meister


También el agua, cuando la acaricia el sol, se eleva.
Fernando González


PRELUDIO

1
Ignorando quién es, suspendido entre el aquí y el ahora, completa el Universo. Semejante a la semejanza, a la comprensión total del mundo, majestuosamente inquieto, enorme y frágil acabado de salir del otro lado de la palabra. Origen donde se calcula la historia; porque la historia se calcula, se ordena, se afila, es el presente de todo lo que ha sido y debería ser; equilibrio humano, advertencia para que el juego prosiga. El presente no es el fin de la historia. El origen no es el límite de lo primero, su historia es el baile escondido en la raíz de la escritura, y es allí donde el lenguaje funda el tiempo y el orden de las cosas. La fuerza de una voluntad se acentúa en la condición de un despertar que se apoya en la memoria donde se graban las razones de un camino y el proceso de saber quién se es sin confundirnos con otro, sin tropezarnos con alguien que nos haga dudar de quien realmente somos, duda concreta, cuerpo enfrentado con otro cuerpo donde la verdad no funciona, espíritu que se cambia, sensación que no confirma. La identidad del objeto es afirmada por el espíritu y las posibilidades de aparecer son infinitas. Aunque la angustia de que el mundo sea sólo mientras estemos en él, presentes, con el ojo divino antecediendo nuestra muerte, sea la corriente del río que fluye en el tiempo para defender el destino de lo que retorna, de la puerta que se abre, en este caso, para que el río vuelva con sus aguas renovadas a ser el ser de nuestro ser que se mira al espejo para ver su propia cara como la presencia del que habla desde su cueva; es decir, tristeza altanera que inunda las ciudades y las une al son de las olas, donde se dibuja la múltiple metáfora del humilde hombre que besa el vientre del océano para perder su libertad o hacerla más grande.

2
La claridad de su rostro será el agua, el viento, los elementos que se desaten en las raíces del olvido. Retornará la pupila a la tierra desconocida y aquello que se conoce traducirá el primer aviso de la presencia, los lugares donde se establecieron el signo y el símbolo en su acción inmediata, siempre en función de mantener el contacto con la conciencia de lo primero-último, de lo último-primero en el camino de nuestra vida, sin descomponerse, siendo el resultado de lo poético que se genera en la actividad de recogerse en la habitación donde el volcán engendra su fuego, el bello fruto que transforma, el magma de la grandeza humana. Allí estaremos reunidos con la elevación vital que nos ha acumulado en el polvo, observando nuestra propia experiencia, liberando, cultivando, siendo el yo consecutivo del espíritu creador. Siempre enamorados de una nueva aventura seguiremos, conociendo el engaño y las batallas inútiles. Nuestro cuerpo se alejará un momento mientras pensamos, y después nos reuniremos y todos seremos parte de la antigua conquista de la Unidad. Cazadores de la luz, prepararemos el tiempo desde donde venimos, tormenta que menguará el fuego de nuestras frentes, de nuestros corazones impasibles, tiempo que camina en la línea justa del porvenir, donde está la orilla del mundo. Sentiremos que nos golpea la filosofía que sólo puede ser escrita por algunos, y desearemos que nuestro corazón aprenda y que la mente descubra el esfuerzo de los seres por superar el tiempo, por encauzar los años en el silencio de las batallas ofrecidas por las manos jóvenes al canto y al olvido. Algunas veces, la mayoría de las veces, la juventud dejará su mano extendida y nadie aparecerá y se perderá otra vez la continuidad de nuestra mirada. Esa juventud que estalla en el trabajo de nuestra soledad, será también hija profunda de esa noche sin porvenir que nos habita. Por esto brindaremos bajo el vino de la aventura y el pensamiento dictará el dolor de los cuerpos que se pierden en el polvo y el mundo de la experiencia humana será el eco del compromiso con la realidad, con la conciencia plural del destino que nos recuerda el solitario lugar donde el Universo espera, donde Dios espera, donde todo espera hasta que la Naturaleza se derrumbe en la palabra escurridiza de su carne y el espíritu que la habita se dispare contra la eternidad. El origen de la gloria será la tempestad que buscamos dentro de nuestro mundo, su lenguaje nos abrirá los ojos a la existencia de los ejércitos de antiguos ritos, a la ciudad que se aferra a la historia sin que importe su enemigo. Seremos un pájaro que huye; seremos un rostro detenido en el destierro, cruzando el saludo de nadie; seremos el símbolo sin memoria que sólo nombra el viento sobre los sepulcros; pero llagará la aurora, la noticia de la obsidiana que acarició la garganta del sol, el galopar del caballo que señalará el fin de las máscaras, y será descubierta la ceremonia mortecina donde se precipita el hacha, donde ruedan las sílabas de la sangre sonámbula. Separará la tormenta al hombre de su sombra, y el canto de los ríos se escuchará en la noche mientras la luz se hace más grande y se conciliarán los lejanos puntos desde donde retorna el sueño para clavar su grito en el centro de la Tierra. La nueva crucifixión será en la locura, todos asistiremos y el crucificado se reirá del miedo profundo que nos invade. Ahora cantará tranquilo, ángel y demonio estarán con él, se unirán, y un nuevo rumbo marcará el tesoro de su sentencia, de su oración. Algunos irán detrás, clavando sandeces en su espalda que se va perdiendo en el cielo; otros se multiplicarán en doctrinas e iglesias sin ocuparse del perdón que rodea el favor prometido, el paraíso cubierto por el fuego. Y otros más, los de pecho azul, lo amarán, y con eso será suficiente.


PRIMER MOVIMIENTO

La esencia poética del pensamiento asegura
el reinado de la verdad del Ser.
Martin Heidegger


1
Astro uniforme partícipe de los desvelos, suma de edades, ángel presuroso que en la intimidad riegas la flor de la eternidad donde llegará el último beso, el viento renovador. Es de tu cuerpo esta bestia invisible que se arrastra derribando las casas donde se celebra el enigma, devorada por la noche en su instinto sangriento, sin saber la hora en que vuelve el espejo que la prefigura como el eclipse, criatura terrible, instrumento feroz que alimenta los panteones, soledad de los parques, húmeda soledad, convergencia movediza del silencio, carne obligada prisionera de sí misma. Sin dirección, en la armadura del viaje, extraviada avanza, perdida en el tiempo y celosa de toda proximidad, siempre puntual para el ataque de la voz que se le escapa al rebaño cuando se alimenta a punto de ser lo que no es, traduciendo la arquitectura de los pasos continuos por la demencia, ahí, en el habla fluctuante donde la señal conducía a otro laberinto, iba su cuerpo como jugando con el cuerpo que a sí mismo se perdía. Quien la contempla lo descubre; quien se les acerca muere en el acto.

2
Mas como prueba de la misericordia que los unía y como fuego que activaba la ceremonia solitaria que recordaba las guerras donde la muerte sonámbula no aparecía, su grito se desplazaba sobre los cadáveres: iba a estandarte milenario, a consigna lenta, a locura sin cabaña, a mano destronada, a paraíso que se derrumba sobre el ojo apagado, sin hablar y con la luz en su puño. Iba cabalgando la eternidad de la razón discreta que permite imaginar las batallas y corregirlas antes de consumar su hecho. Como vendaval desatado en el sepulcro, el grito de las espadas se abrió paso entre las sombras y el dragón anunció el encuentro desde el cielo. Eran ahora ángeles, eran ahora bestias, éramos nosotros ahora en la escritura de una ceremonia certera, del conocimiento inmediato de todas las cosas que habíamos consignado en el tiempo, en la travesía por los mares, equilibrio del destino elegido, espacio del signo, correspondencia, sucesión.

3
Nadie nos sigue, a nadie atendemos. El árbol de los sueños no sostiene nuestra esperanza ni vemos en la libélula el augurio de los ejércitos. El sacerdocio de la civilización no se extraña de nuestra alma ni del ataque continuo de nuestra inteligencia. Sorpresa y conocimiento hijos de la vida humana forman la libertad de un sentido que tiene el poder de unir a los seres. Hay que hacerse a la idea del buitre que ejerce su mandato en las entrañas de la Tierra; día a día los días se repiten entre sí suplantando la llama blanca donde se aparece el ciervo con sus ciclos crecientes de cielo que se derrumba. Pero ahora nadie sabe. Todo desemboca en un mismo lugar. Ahora cambia la presencia, la soledad dadivosa y algo, cualquier cosa que sea, desatará los vastos continentes de su pensamiento donde calcula el tiempo irremediable para continuar su marcha. Acecha entonces su propio delirio inmóvil y espera.

4
El veneno obra sobre la mañana donde los árboles presienten en su savia la inmortalidad, el abrazo de una virgen que sella en su danza la soledad centrífuga que se incendia en las manos del instante. Nunca un lugar es el mismo lugar: la respiración, las palomas, las garras asesinas, la contemplación infantil de los siglos. Así es que el encuentro suele ser un artificio o un milagro. La trampa que el lenguaje provoca en su hacedura. De aquí para allá todo se diferencia en la múltiple conversación del piano, y de su silencio brota la condena, la búsqueda de sí mismos y de nadie. Y la captura, el morir una muerte viva y dolorosa que se conocía desde el momento mismo del nacimiento. Nos morimos en el tiempo, paso a paso, la muerte es tejido vivo del pensamiento que se aproxima más rápido a lo pensado que a lo que somos.

5
Oh ángel que destrozas tus alas sin remordimiento, en tu vientre, ahora, brilla la espada que clavó la noche antes de que tu bestia partiera. Caminando en la arena, resistiendo el péndulo de la melancolía, yo también voy, cazador de corazones nauseabundos, de abismo en abismo atrayendo el imán de la sombra que acaricio con mi cuchillo terrible. Yo también estoy ausente de ti, fortaleza vencida por el sueño de los ahorcados. La nieve coqueteaba con la forma de los cuervos y el licor que escanciaban las montañas se estrellaba contra el mármol de mis palabras. El conocimiento de la huida de los cuerpos se añadía a la lejanía de las cosas. Objetos amurallados a distancia del ser sublime en que se apoyaban los recuerdos y los pensamientos y la reflexión y la duda. Aquí voy, sin saber dónde es adelante, qué el paso heroico de una voluntad que arremete contra el trono absoluto de la nada, siendo nada, máscara sin máscara que nos sorprende en el lento reloj de las costumbres. Nada que desiste del mundo, nada donde el saber humano del pensamiento se antoja de evadir toda construcción, calculando al mismo tiempo la medida justa de su obra. La obra de la nada donde se maravilló el genial hijo de una pareja de antropoides, sin saber donde es adelante y qué o cuál camino debía seguir.

6
¿Es acaso éste el capricho de la poesía, abrir puertas? ¿O acaso la tarea de la filosofía viva que nos dispara hacia el lugar donde una y otra vez el encuentro se presenta, paisaje y aventura aferrándose al alimento de las entrañas, a la costura de las cosas, al cambio y al asombro? Ahora todo se divide, autonomía del símbolo, hoguera impasible por credos antiguos, más que antiguos sin razones, sin verdad; pero el fénix renació de las cenizas y todo tiene algo que decir. Todo y todos, hasta la guillotina que cae separando cabezas sobre la pesadilla de nuestra fatídica noche; la que no conoce la divinidad, sacrificio de los límites, lenguaje sin plegarias; herencia calcinada que nos guarda la acción de la gracia, el juego de los primeros años donde no hubo pena a no ser por el temor que afilaba la conducta, la condición cautiva de los atardeceres.

7
Materia vehemente el paraíso en el corazón de los hombres desnudos, todavía sin Ser, aunque llenos de Naturaleza. Siempre al acecho y sin lugar errando sin horizonte. Ahora ausencia, quietud, clausura donde preparamos otra perspectiva, un mundo diferente, otra caída, otra oscuridad total donde el ángel se recupera y empuña el amor para inundar de luz su boca callada y sus ojos y sus manos. El amor que no distraiga y apunte a la roca donde quedó grabada su existencia. La de ella, bestia compartida por la nada, instancia sin cuerpo de mente vigilante, la cabeza que se mueve y a nadie pertenece, bestia o ángel, clarividencia que distingue y permite la omnipotencia de aquel que para no negarlo dejamos de nombrar. Allá en su esfera multitudinaria siendo la respiración cotidiana de nuestros actos. Aquí pensando la continuación del Universo y aprendiendo y siendo feliz. La certeza del hecho se anuncia en la experiencia. En ese sitio se establecen las familias y los santos y los genios y el hombre modesto que pinta la mañana con su gratuidad al amasar el pan. La conciencia de Unidad no se determina en el juicio de esa impaciencia que nos desordena la baraja. La relatividad se despliega con el poder de la interpretación conjugada y diversa. El prejuicio impide la visión clara, la transparencia de un acercamiento al problema, la relación activa, el análisis despierto. La guerra anula la comunicación comunitaria, la esencial transformación de los afectos por el lenguaje, la sobrevivencia incesante del orden espiritual, lo que en la estética llamaríamos comprensión espiritual del objeto. Pero ese objeto ya no está, la época lo ha hecho desaparecer, ahora somos metafísica del vacío, razón del sueño o pensamiento que se repite, ser y elevación sin cuerpo, ángel sin bestia y, sin embargo, filosofía y belleza.

8
El ángel lo sabía. La bestia lo sabía. Yo lo sabía. Lo sabíamos como el que no sabe, como el que sabe que aquello que no se sabe es su mayor sabiduría, como Sócrates en su nube de cicuta. Asumimos la conclusión del error valorando la tradición del aire y la confusión interior que nos vuelca a favor y en contra de las cosas, de las mismas cosas que soportan nuestros sueños, la suposición de un pensamiento que pretende comprobar una verdad. Rastrear, indagar, intuir, volver la vista con el ánimo de la comprensión donde el acto sea una forma del amor que mantenga la armonía entre las cosas y su nombre, movimiento plural que define visiones y dolores, recuerdos e inmolación. El canto del demonio acentúa la concentración de las esferas, alude al tejido disperso donde se enredan la salud del tiempo y la experiencia que se transforma y se hace cultura. El mito se nos aparece de pronto encarnado en la historia como una estrella que se precipita en los días de caos y miseria. La creación de sus símbolos trasciende las bibliotecas y el mudo conocimiento de los interminables campos de batalla.

9
Lo sagrado da su vuelta al cosmos en un minuto o bien en un milenio, como suele ocurrir con lo sagrado. La intimidad de la bestia se abisma y corre, describe lo eterno en su carrera, la escritura de lo sagrado que nos devuelve a la totalidad. Bestia o ángel, malestar presentido, felicidad de salvación, vínculo y fuente esencial. El exorcismo sagrado se presenta sólo cuando contemplamos nuestra infancia como fracturado vigía, y la realidad de nuestro regreso es el aprendizaje de un destino que reafirma lo verdadero en nuestra alma, como si fuéramos nosotros cuando se apaga el canto de la golondrina. Calamidad y fiebre que silenciosamente se marchan a otro lugar a evidenciar lo que en algún momento sólo era conjetura. Lo que en un principio fue experiencia luego se convirtió en arcano, en el relámpago divino donde cabalgaba el pensamiento de un misterio. Vivencia del extramuro relacionado con una conciencia crepuscular; esto es, conciencia de lo real presente traducido a la configuración creativa, al espacio abierto de las manos abiertas y los ojos abiertos y la luz y la idea que duerme en su propia vigilia abierta a la Naturaleza extensa. Acogerse a lo sagrado es navegar en lo verdadero, en lo esencial. La poesía es el vehículo de la voz. La filosofía su respiración. El sentido lo lleva en sí mismo y a pesar de ello cada uno de todos tiene su comienzo cuando se le acerca; es decir, cuando lo descubre. Entonces es él mismo padeciendo la urgencia del aprendizaje y la sombra. La plenitud de la muerte, la senda de la dulzura y de las tinieblas, la hazaña del espíritu y su habitual alimento, aquel río que sustituye el juego, la parábola; substancia y profecía.

10
El asiento del poeta es la rosa que Parascelso recobró de las cenizas. Y hablo del poeta como hablo del filósofo que piensa con el alma la ecuación para desvertebrar el mundo y pone su intelecto trenzado con los sentidos a diseñar los planos de la nueva ciudad. El llanto del poeta es la duda del filósofo, ambos son alma y cuerpo atravesando el paisaje de la experiencia y la acción del lenguaje; imagen y pensamiento derivando de un mismo sistema como lo es el Universo, la riqueza múltiple de lo eterno. Tal vez en su sueño duerme el ángel y también la bestia y todos nosotros y el pensamiento que se piensa a sí mismo. Dormimos como el engaño y recorremos el mundo diariamente, de allí nuestra Sabiduría, el entendimiento fatigado que naufraga en la memoria esforzándose en decir los cuerpos mutilados y dignos que se arrojan todavía más allá del otro océano. El pensamiento que sueña y a su vez es soñado por la omnipotencia y la infinitud, duerme y conspira con el sueño para ser libre. Ahora duerme y dormido lo sorprenderá la transformación cansada de la voluntad que se apoya en la duda, ese ejercicio que se une a la Naturaleza para aliviar el maltrato de los sentidos, de ese cuerpo que está sometido al mundo. Alguno se prepara para la caza, algún otro se despide de sus cosas con un presentimiento que atemorizó al espejo donde dejó la última huella. Cada uno lleva la Humanidad vencida y alegre dentro. Si se cruzan en el camino no quedará nada, ni ángel ni bestia, y yo aprenderé a callar.


SEGUNDO MOVIMIENTO

Otros hombres ignoran lo que hacen
cuando están despiertos, así como olvidan
lo que hacen en el sueño.
Heráclito


1
Es el momento cero, nada se excluye, hasta los muertos izan sus banderas e irrumpen en la historia como caballo desbocado, sin resignarse a que su nombre desaparezca. Cada uno de todos los heraldos que custodian la verdad parte desde su morada. En lo alto, enormes aves solitarias otean la grafía de sus pasos. Amuletos de vida son consignados en los lugares sagrados. Las multitudes acuden a sus oficios religiosos. La Sabiduría que estuvo en cofres secretos por los siglos de los siglos es ofrecida a todo aquel que guardó la gracia. Pocos son, pues la ciudad ha sido asolada por el desamor y la venganza de los tiempos oscuros. Sin embargo, las caravanas que ascienden hasta los púlpitos parecen brotar de la propia voz del creador. La tierra extraña comienza a ser una amiga querida, corazón del mundo, centro espiritual. Las cruzadas cambian de país, se mueven como el verbo y sus flechas son un rayo de sol que ilumina las humildes cabañas de los hombres, respetando su sangre, sus sueños. Se hunde la gran roca donde Prometeo conoció la paciencia y se confunde con la de Sísifo sin siquiera conocer una montaña. Es como si dijéramos: una roca es una roca y eso basta. Alguien baila en algún lugar, otro mirando a la luna se embriaga; el caso es conocer sus risas y luego de tenerlas presentes propinarles caricias y encerrarlas lentamente en un círculo de plumas, para que seamos vistos por el ángel y la mañana del astro que renueva las vestiduras, visite el territorio de las bestias.

2
Otros días quizá, otros abusos, otras torturas; es otra voz la que nos espera mientras el hambre se desgarra en el hastío de la palabra. El fortalecimiento de nuestro espíritu obedece a nuevas presencias, a la distinción de las cosas, y al hecho de pasear por el mundo sin poner a gritar el cuerpo aunque no haya nada cierto y esto no sea la realidad. Todo se escabulle en la noche cuando el cansancio arrebata el pensamiento tranquilo. Pero nos llega el olvido, la redención, la libertad interior que ejerce la duda sobre todo aquello que se acerca y se posa delante de nosotros sin disfraz ni corte alguna. La duda es ya en sí misma una actividad del espíritu, una verdad que se refiere a esa soledad que se genera en el acto de conseguir las ideas y su aplicación en el Universo. De ahí que la libertad sea el constatar la duda y su contacto con las banderas del bien, con las consecuencias de una elección o la determinación de construir una casa en su nombre.

3
Entonces el arma precisa laceró las palpitaciones de su enemigo. Cayó sobre la arena y su saliva se confundió con la sangre, con la serpiente que salía de su boca. Los escorpiones rodearon su cuerpo, todo era un comienzo y todo comenzar es el mayor logro. Ahora estaban juntos, uno y otro eran ahora transformación de la ley universal, cada uno en su dimensión, en su palabra, significados de aquel acto que tiene fruto en la elaboración del lenguaje. Sustituyendo su condición de otra época, cumpliendo con el pacto, representándose a sí mismos en la suerte del juego. Así, de ese modo, nos desenvolvemos en el cosmos, encontrando una y otra vez los mismos lugares y las miradas persistentes que a través del tiempo nos sitúan en el cuerpo poético, en la fiesta de la Naturaleza; esto es, en la soledad del pensamiento circular que se conquista con el paso de nuestro silencio por la reflexión sobre el mundo y sus cosas.

4
Pero del círculo se desprenden hilos, de su historia se encabrita el tiempo y lo pasado es futuro y el presente es pasado y futuro que obligan a mirar por primera vez la insistencia de lo presente. El regreso de las murallas donde se fusilan los días, significa que la voz del perdón se justifica en la sangre. El poema se excita como nadando en el sol, la reflexión supera los cuerpos paralíticos. Ambos, en una sola mano, acertando la vida en territorios del lenguaje, conquistando al hombre y éste a su vez coronando las palabras en el silencio de una mirada sin tiempo. Todo comienza de nuevo y la búsqueda recién nacida llama a los fantasmas que transitan por la historia para que la nombren, para que intercedan ante la piedra antigua del sueño donde se hospeda el milagro del trueno, de lo que debiera existir. Pensamiento y poesía se dirigen hacia una comprensión visionaria de la realidad, del caos que es otro orden, hacia otra Naturaleza encarnada en la invitación al viaje. Vuelven para redescubrir el valor del origen, su sentido hermético, ese ideal mítico que se expresa con nuevas palabras, donde el concepto recupera el aliento y sin embargo se torna invisible, alimento oscuro, convicción del conocimiento anclado al ser.

5
Cae la lluvia y el juego busca otro lugar donde uno sea suficiente y todos puedan comunicar la encrucijada de su alma; fiebre real que horroriza al que en el misterio se acuesta a pensar la existencia sin el cansancio de saberse todos los hombres. Virtual guerrero que frecuenta los altares de su espíritu, con sus tres cabezas centinelas del tiempo que todo lo completa, hasta la ruina y la ausencia. El destino se anuncia mientras construimos el mundo de nuestro pensamiento. Se alejan las cosas como escrutando la noche, como habitando una tierra de nadie. No hay ángeles y sus espadas no trasmiten la fuerza de una conciencia ilesa y pura. Pero tampoco hay bestias y la confusión es no observar nada, sentir el abandono, las cabezas espiando el cansancio que se acumula en la casa rodeada por la lluvia. Quizá el encuentro con geometrías secretas no nos sea dado hasta no atropellar ese delirio que nos esconde las luces, que nos pone ante la puerta como un obstáculo. El hielo de las semanas agiganta la geografía devastada, las estrellas han emigrado al hogar del enigma, Dios sólo viene a presenciar nuestra duda. Todo aparece cuando llega su hora. Y deviene y se embrolla y se complementa con lo que ha sido y será por siempre, y retorna y se pierde tras las palabras y en silencio prepara su próxima manifestación.

6
Cesó el ruido. Esa alma tranquila era el pensamiento tranquilo que a su vez era el cuerpo en reposo. La imagen del ángel recorrió la empuñadura del alba. Y al despertar no supo cuantos días habían pasado para él. Alguien le había estado cuidando el sueño, alguien que no estaba cuando tendido ante la noche se tendió a dormir. Era su propia sombra, su otro yo propuesto por el vacío, su hijo que pronto saldría a recorrer la historia en busca del anhelado paraíso, perfección perdida en la mirada del espejo donde llora la noche, río vivo donde naufragó el espíritu que llegó veloz como un cometa. Bestia iniciada en el crimen y la desgracia, muerte suspendida como pájaro sin alimento, lluvia de hombres sangrientos, herencia de su canto milenario. Muchas veces nos hemos encontrado con nuestros orígenes, es cuando el tiempo comienza su tempestad en nuestro espíritu, entonces nos preguntamos hacia dónde vamos, si será larga nuestra cabellera solitaria, si el muro que nace y no acaba de nacer y se extiende como si sometiera la visión a una realidad insistente, caerá con nuestro paso o a nuestro paso se levantará. Pensamos en Él, deseo del mundo, y vemos el muro que se sostiene en la extensión de nuestro aprendizaje, y vemos el producto de su mano. No acampamos en el engaño de saber que se está solo y que pronto nos darán compañía o la hurtaremos del terrible abrazo de la soledad. Caminaremos, es lo que pronuncia el porvenir, imaginaremos y no olvidaremos ahora que somos mil huellas en el camino, en la ilusión del muro que se derrumba cuando nos abrimos a la vida, a la ley divina tatuada en nuestros ojos, a la espada de oro clavada en nuestro corazón. Vamos por el mundo buscando la casa en el árbol, donde está escrita nuestra biografía. Quizá estuvimos allí desde hace siglos. Volvemos, pues, por nosotros. Volvemos por lo que queda de nuestra Humanidad, a recuperar sus caras anteriores, las últimas que bien pudieron ser las primeras.

TERCER MOVIMIENTO

Never say die
Nunca digas morir
Black Sabbath


La juventud avanza;
la muerte la alcanza.
La Cartilla de Nueva Inglaterra

1
Siempre buscando sobrevivir a nuestro tiempo, día a día superando la concurrida arena de los sacrificios, para franquear el engaño en que nos ha sumergido la palabra como un cadáver que apenas si conocía su cabeza. Una juventud arrojada sin misericordia que se vence a sí misma entre flores de polvo y luz, suspendida en la oración de los pueblos que lloran su círculo roto, su voluntad ahorcada en las esquinas terribles del fin. Las bocas reciben moscas y ratas y el hedor camina en los cuerpos de los asesinos que crecen a su manera, en el desierto que han construido en nuestras culpas. Edades nacientes y sin esperanza tumbadas desde ya en el modo de ser de la obra ejecutada, caída la tarde, en los barrios asignados al grito. El juego que no es sólo juego sino experiencia viva, manifestación del objeto amenazado, del nombre en la lista, del sorpresivo insulto. Es un trabajo que culmina en el último balazo cuando la sangre ausculta el asfalto; otro dirá que también ese es un trabajo infinito. La historia quiere conquistar su puesto apoyándose en los hombres caídos, ese es el precio por la libertad con que podemos manipular la moneda de la eternidad y el olvido, esa es la manera de escalar el único abismo donde despertamos luego de que nos embrujara el oro obligándonos a traicionar a nuestro hermano.

2
El sobresalto acaricia las mentes que se han encontrado cara a cara con la locura, y ahora buscan un piso tranquilo que los sostenga mientras llega la hora de cruzar el gran lago. Alguien ha señalado a los jóvenes que se aventuran a despistar las semanas, la danza, el llanto. Sus corazones y el brillo de sus miradas nos dicen que algo podría suceder; pero no todos caben en sus casas aunque busquen el origen desde que conocieron el crimen. Así es que el eco supremo del delirio llega desde afuera y los arranca de su tierra y establece en sus sueños el monstruo del descalabro, viola su adentro y engancha a sus pasos la cotidiana tortura de un camino miserable. Lo que nadie sabe es lo que todos temen, entonces, impedidos y sin posibilidades para descifrar las señales de la resurrección, se pierden en el infierno que vio por un momento al poeta y donde numerosas pesadillas encontraron su destino. Hay que ser en la acción y en la acción saber esperar, porque algún día caeremos y rodaremos y tendremos que conquistar el propio laberinto, capturar el espejo que nos sujeta sin memoria, allanar la falta de sentido y acorralar la tormenta que nos deja tirados con la vida en una negación de lo que somos; sólo entonces encontraremos nuestras alas y podremos volver a la superficie. Nada es suficiente para declarar el ascenso y todo es justo en el momento en que el viento nos arresta para continuar nuestra peregrinación en el asombro del descubrimiento. Pero eso no significa que en nuestra dirección no nos hallemos con otro reino donde quizá no hallan concluido las matanzas.

3
Estamos cansados de herirnos con nuestro propio lenguaje, cansados de tanto ignorar en el mundo, de tanto sufrir el milagro del mundo. De esa manera y no de otra inventamos cuando de inventar se trata, luego observamos el paisaje de la nueva esfera que ronda nuestra realidad, hasta que el filo del hacha de los que no están preparados para partir corta nuestros vínculos y todo vuelve a comenzar. Entonces, sin saber quiénes somos, insistimos en seguir en compañía de la sombra que lo ha visto todo, hasta lo imposible, y no se atreve a hablar. Es la única medida, la única forma de prevalecer en la cordura de las calles amorfas, en el trauma de las conversaciones mutiladas por las ráfagas que asoman a la medianoche. ¡Si uno pudiera encontrar lo que hay que decir, cuando todas las palabras se han levantado del campo como palomas asustadas! Si las voces ajenas alcanzaran a nombrar lo que nosotros no podemos, y si lo hicieran mejor. Eso sucede, pero cada uno deberá tejer su fiebre, la muerte inevitable, el viaje que participa de la ceniza y predica la luz al final del túnel. Cuántas cosas que a través de los años nos cansan el alma y hemos admitido como verdaderas, cuánta torcedura que involucra el resabio en mitad de un canto; ya no hay tiempo y sólo por nuestra propia mano cambiará el mundo, adentro sanando el lugar donde se ha establecido la llaga purulenta. Se quiebra la fortaleza y ahuyenta la semilla del próximo milenio. Hay que apuntar hacia las manos unidas de los hombres, hacia las cimas de la convivencia, y sin malicia estallar como el sol al que seguirán los santos y azules días. Nadie puede crear lo que ha sido por siempre, nadie podrá destruirlo. La única trampa ha sido puesta por nuestro propio miedo al querer descifrar lo que no conocemos. Alguien vive en función de horizontes y vuelve sobre sus pasos sin esquivar el diálogo con el porvenir, algo tendrá que quedarle de todo eso. Nos quiere decir que pese a todo es el momento de partir, de multiplicar nuestro presente, de proyectarnos, de seguir el norte que marca nuestra pupila. Otro más dirá, que cuando estemos arriba, tiremos la escalera.

4
Hemos derribado el muro para que puedas visitar el otro lado de la verdad, el hogar de la creencia que al perdonar, alivia el dolor de una juventud donde se presumía que Dios había muerto. Han pasado las caravanas circulares por ese lugar cerrado donde los dementes se aglutinan, con las piernas quebradas y los costados agujereados después de que los miserables fornicaran en ellos. Aún reconocemos el odio insano carcomiendo la visión que nos sujetó a los ídolos cuando la infancia nos llevaba a los parques. Pasados los golpes de la iniciación hemos comprobado que detrás nuestro ronda el prejuicio, sigue marchando el quejumbroso mármol de la envidia. El peso sigiloso de las tumbas se confirma en el tronco subterráneo donde la memoria es despellejada por músicos del futuro. El retorno de los muertos vive en el ejercicio de la herida, la serpiente reposa en el suicidio de la noche, la oración enciende el diluvio de los hombres que nacen a sí mismos. Y también están los idiotas y el milagro del espíritu que reúne el musgo de la carne y la flor del alma en una cascada de estrellas sin nombre.

5
De un momento a otro la danza macabra aceleró nuestras vidas y entendimos que todo se subraya a sí mismo para confirmar su individualidad. A la manera de un libro que leíamos enfurecidos, la ciudad nos mostraba entre la extrañeza y el escepticismo como metal amontonado en la alucinación, como cementerio violado en el exceso de los crepúsculos, a la manera del toro mordido por la espada. El mundo se doblaba para vomitar su fuego en la visión maravillosa de los que aún inventaban el futuro a pesar de un deseo encadenado que todos tratábamos de ocultar. Algunos pensaban a su existencia como la única posible, soterrado espejismo caníbal donde el inicio y la sentencia continuaban el fuego de conquistas tribales. Fuimos héroes de nuestra propia locura, pero eso no nos obliga a volver. Figurábamos el triunfo limitando con la dificultad y, como demonios que juzgaban sin conocer las verdades, anticipábamos las palabras vencidas del otro. Pero todo se desvanece en la proximidad del tiempo, se cumple la regla y el olvido es una lluvia joven que atestigua el cambio de piel, el aguijón cargado de veneno.

6
Ahora que estamos ahondando en nosotros mismos, nos percatamos del hecho que nos distanciará definitivamente; ahora que amamos, la muerte prepara su emboscada. Este hombre que se viste de buena conciencia se está pudriendo sin saberlo. La tolerancia se ha corrompido detrás de los muros, la calamidad se columpia clandestinamente en la venia de los atardeceres. Una guerra inclemente se acomoda en las habitaciones ansiosas de la codicia y el embarazo; el crimen impune se sacude en el vicio y azoga a una juventud que intenta romper para no perderse en lo que siempre ha visto. Pero algunos se complacen porque todo final es satisfactorio y después de todo habrá una recompensa. Necesitamos entregarnos a la vida para conocer el signo exacto de la muerte, sentir que todo lo que se justifica en el amor está unido en él a pesar de sus múltiples manifestaciones, crecer en la diferencia, aceptar el cambio mas no el engaño.

7
De pronto todos los hombres han adquirido conciencia del terrible principio de injusticia que involucra nuestro tiempo y, sin embargo, la violencia se vende en todas las esquinas sin reclamos, como queriendo decir que es notable el alarido del fin. Lo que nadie imagina es que esto es sólo lo que acontece, en el deber propio de nuestra naturaleza enfermiza tantas veces indiferente a sí misma, sin balanza para instaurar un sentido tranquilo que ofrezca la llave de la transformación. La dualidad ha establecido su conflicto en la comunidad como quien muestra que el entendimiento entre el bien y el mal sólo se realiza en la aproximación del uno en el otro. Comienzo y fin, virtud y pecado están en el hombre, por esto debemos confiar en la naturaleza de lo abierto, y si existe algún peligro de caer, caer. Y recorrer el mapa que nos descubre al santo y al asesino, al lobo y al cordero, al crucificado y su crucifixión. Todo consiste en saber quienes somos para que esta inmolación de los siglos se distraiga en la rosa y podamos respirar por primera vez, nacer al nuevo milenio. Alguien propuso que pensáramos en la vivencia de ser guiados, y lo hemos hecho, pero algún otro nos rechazó y sembró en nosotros la decepción, rompió la quijada en nuestra cabeza. Cosas de la vida, dirán muchos, traducciones de la experiencia humana, del único mundo posible donde a pesar de todo encontramos la renovación. Pero esto duele y para sanarse debemos continuar, practicar el holocausto, rasgar los mitos eternos de la tribu, sostener el canto del pájaro que nos devuelve la aurora, aceptar el presente como la construcción del puente que une a los profetas y a-dios.


Se hizo un silencio profundo. Los demás alzaron la mirada y a algunos un aura de tranquilidad los invadió haciéndolos llorar. Ayarda y Clamidia se miraron luego y exclamaron a una sola y viva voz:

Poder de la poesía que va más allá del lenguaje, que interroga la realidad y las posibilidades de la acción humana. La poesía es una aventura interior, una manifestación subterránea. Una perpetuidad escindida que sólo se asoma en el poema cuando el hombre supera la condena de su incompletud. El poema es sujeto, materialidad latente que el hombre como cuidador recibe y prolonga. En el poema la poesía nos visita, establece el contenido del cosmos, del acto, del fenómeno. La poesía es conducta que nos mueve, es alma, es augurio y, como todos saben, emoción. Es la realidad de lo real, es la voluntad de crear, es la rebelión, la reflexión, el camino irreductible. La poesía es el canto recuperado y la respiración que los días agónicos advierten. La poesía no es explicación que traiciona, no es descripción que a la palabra sujeta, no es montaje desnudo de todo atar, sino azar y desnudez que montan en su escenario el ejercicio vivo de la libertad que algunos intentan recuperar con su hálito. La poesía no es atar palabras porque sí, no es arbitrio inspirado que llega desde afuera, no es remedo sino construcción. La poesía no es la puerta porque la poesía no tiene puertas, no tiene escuelas, no tiene sistemas. La poesía es el balbuceo aterrado que nos nombra, el crepitar de los conjuros que nos muestra la creación en la que nos hallamos, ya que la única forma de entrar en la poesía es estando adentro. La poesía es voz propia nutrida del otro, extensión que acompaña y advierte el baile de la múltiple singularidad, el complejo designio de los días que nos privan del mundo y nos lo regalan. La poesía es el vehículo del poema que, como cuerpo poético, es nombrado y llevado al terreno de la expresión. El poema es un tejido de metáforas, de espejos y de fuegos. La poesía es verbo que reflexiona en imágenes, es cuerpo, es identidad. La poesía es el desgarramiento del poeta.