martes, 18 de mayo de 2010

TURMALINA NEGRA

Si no sé a dónde voy... cualquier camino sirve
Pinocho




Si no sé para dónde voy... cómo sabré si ya llegué
Cenicienta



PLEGARIA DE NOCHE CALLADA

Tus ojos
son dos puñales
que atraviesan mi espíritu
tus labios
las olas que se empinan
cuando la noche deja de cantar
si en mi mano está tu mano
el paraíso existe
por eso
y por tu memoria
que no deja perder la luz del vencido
eres salvación y conquista
de mi cuerpo desnudo de cielo
de mi amor zigzagueante
cobijado por el fuego
acércate
y hablemos en silencio
beso contra beso
como si entre ambos compusiéramos
la sinfonía del origen
como si en el sueño de nuestro abrazo
dejara de ser hombre
y me convirtiera en guardián del mundo
la leche que el tiempo
ha tejido para sus hijos
amanece en tus pechos
donde el pájaro del mediodía
dejó su semilla
sueña conmigo
para que la eternidad
no sea una burla
para que su voz
no sea la pirámide
que dejaron atrás
los pasos del destino
yo estoy aquí
vivo como el apetito
encarnado del cosmos
encadenado y libre en la palabra
que restaura la naturaleza de lo sagrado
la condición que otorga
aquello que ya nos pertenece
agita tu cabello
sobre las estrellas
clávate en la noche callada de mi alma
destrona el rumbo impreciso de los moribundos


ESTO QUE SE HURTA

No hablo como si fuera el último hombre,
porque necesito testigos

Bataille


Dios huye de sí mismo
falta
al odio del mundo
por un momento es la sombra
el fantasma
que abreva
pasada la batalla
su negación decae
se asoma al orden
de un hombre lógico
preso de la fatiga
artificio del perdón
como trashumante adolorido
en la hambruna y la sed
de una paz irredenta
Dios es una nada insaciable
y no sabe y gira sin reposo
no se detiene
sino un momento
se baña en el río de lo imposible
como un ojo vacío
que retrocede ante los límites
de un corazón enajenado
angustia
ser de hombre muerto
cima de otra aurora
experiencia de Dios
que huye de sí mismo


LA MUERTE

De la muerte
apenas nacemos infinitamente

Vinicius de Moraes

Hay que vivir
otras vidas
que no sean nuestras
para vivir lo que nos corresponde
pero siempre
hemos de volver
sobre nosotros mismos
hay que reconocer
que la muerte es un pulso
que se abre en el aliento del vivir
que debemos atender
a la muerte vivida
la verdadera muerte y su trasformación
sólo muere el puente
entre nuestro yo y el mundo
ambos son nuestro espíritu
y todo lo que queda oculto
en su diálogo
permanece
el nombre es otra vida
la visión comunica el enigma
llega la despedida
para todos
pero nuestra muerte
es el nacimiento
de otra conquista


CÍRCULO

Vamos de igual manera
recorriendo el imbricado
terreno del Universo
su palabra
única plegaria
donde la arquitectura de un sacrificio
da hasta el fin
de un poema certero
vamos de igual manera
recorriendo muchas veces
las miradas del Hijo del Cielo
vamos de igual manera
pero nunca los mismos
siempre en la distancia
de un sentido
que abarca nuestro nombre
todo no puede ser igual
todo desaparecería
pero ¿será esto claro
para quienes descubren el mundo
a pesar de la mano del verdugo?
vamos de igual manera
recorriendo el último laberinto
de nuestro baile
dispuestos siempre para el olvido
observando el milagro
que nos sostiene siempre despiertos
siempre presas del sueño
ambiguos en la idea
de un tiempo que nos pertenece
y nos separa al mismo tiempo
lugares de un inabarcable jardín
vamos de igual manera
perdidos por el mundo
con la compañía del último acto
donde uniremos las manos
a la palabra del Universo
a la inmortalidad y a la muerte



NOCHE DE SOL

Negarse a la voz
que nos trae el mismo tiempo
es negarse a la verdad
toda defensa de su existencia
es una vida vivida
un canto que sólo se encuentra
donde quedó perdido
las cosas en su estar
no sólo se advierten al nombrarlas
en el momento justo
todo estará dispuesto
la suma de las edades
no siempre es la suma
de las vidas que crecen
en el cause del destino
esa línea que cultivan los años
esa arquitectura
ese poblado de soles y lunas
todo ocurre
a pesar de estar cifrado en el silencio
no todo es abarcable
en nuestra representación
no todo lo entendido
es lo que se siente
después de todo
la vida es una carta que nos jugamos


SOÑADOR DE ESFERAS

Mírame
no soy un mártir
pero conozco a Dios
porque me niego
desde el principio
veo un sol pequeño
y una Tierra
que no cabe en mi memoria
y me doy tiempo
para abrazar la montaña
si hay alguna venganza
contra mí
que venga
yo seré su salvación
y por mi conocimiento
la felicidad
será mi saludo
íntimamente ligado al soñador
enamorado y sin descanso
ni a favor ni en contra
voy lentamente
creando el mundo
que no tiene respuesta



SEÑALES PARA TU NOMBRE

Callar
no es lo mismo
que acontecer en silencio
cada cosa que se nombra
está de antemano en la palabra
cada respiración del hombre
es un compás sin idioma
una conversación del alma
consigo misma
cada eco que llega desde la memoria
comunica su tiempo
mas no el nuestro
espíritu que se mueve
como el barranco que se hace
que se obtiene poco a poco
cada cosa es un reflejo
de lo que ha sido
cada verso que regresa
nos trae el mundo que miramos
mientras se extiende el horizonte
cae el pensamiento abierto
las palabras
que nombran lo nombrado
el bautismo del amor y la muerte
el recuerdo es un ir al origen
y recoger la semilla
del árbol que nos habita
el habla prende su incienso
todo se mueve
todo está quieto
del lado que lo dispongas
sólo lo que a ti viene
te pertenece


FLOR DE ALGODÓN

El mundo es necesario para
padecerlo, meditarlo y entender

Fernando González

Cuando todo es tan preciso
que ya nada cabe en el mundo
la muerte afila sus cuchillos
al viento las palabras
al fuego los actos
uno debe ser fiel a sí mismo
y leal a los amigos
a pesar de las horas
que cruzan en la distancia
de las veces en que somos
cuerpo sin espíritu
a la velocidad del tiempo
alimento vivo del olvido
diálogo y fuerza en el amor
venganza y petróleo
en la sangre del dios
que gira sin lenguaje
palabra guerrera victoriosa
destino que sorprende
que nos aniquila y nos edifica
somos máscaras que habitan
en la casa del frío
somos una flor amarilla
un tiempo en la verdad del tiempo
alimento del deseo
conquista y distancia
veneno y mentira que se padecen
en cada uno de los tres días
de la Humanidad
en la lejanía meditamos
y un pájaro nos enseña
de qué forma
se mueve el Universo
llegará también el momento
en que descubramos la mañana
en que entendamos
la luna roja del nacimiento


EL BOLERO DE ABADDON

En el momento
en que me das tus manos
la memoria de una fiebre
que antecedió
al nacimiento del hombre
cubre el paisaje que respiro
entonces sé
que nos encontraremos
el día del gran baile
no quisiera que otro
tratara de quitarme
lo que he aprendido por mi mismo
eso confirmaría
la brújula rota de su destino
el apetito envilecido de su arcano
detrás del mundo
al otro lado del vivir
camina la muerte con sus atavíos
yo he sido el cronista
de sus viajes y seducciones
y seré un tiro al blanco
en cualquier momento
pienso la vida
pero también insisto en vivirla
aprendo de mi propio camino
y del eco de las caravanas
sé que en algún lugar del tiempo
me espera el canto
la savia de mi alma gemela
entonces tú sabrás lo que he sido
y seremos una montaña
al filo de la eternidad
así comprenderé tus migraciones
el beso que dejaste en la Tierra
cuando por primera vez
me retiré de casa
quizá no sepas de que hablo
ni siquiera presientes que lloro
o que me golpeo contra las ciudades
o que no he ido al templo
que me enseñaron mis padres
de todos modos
no calcularías la ira y la bendición
si lo supieras
no hay promesa
que no desemboque en un laberinto
que no descubra la línea del cometa
que no serene la tortura
ni disponga el valor del mandala
un ángel derramará sus cabellos
y será como si el sol
abriera sus brazos para que vieras
tú que eres el mundo sin dirección
tan lleno de vientre y de camándula
tan libre de oxígeno
cuerpo inmaculado de liquen y polvo
que caída la noche prepara su fiesta
cierto es que volvemos
para recuperarnos
en el agua inclemente del abismo
para asegurarle el pulso a la historia
así está escrito
desde que abrimos la ventana


INFINITO CERO

Miras tus horas
y al fondo del agua
un ángel clandestino
señala la idea de ser
de llegar al otro
que habita las sombra del tiempo
también él está en camino
y su serenidad está
en no mostrar todo lo que le pertenece
hay que dejar algo para la noche
es posible que las cosas
lleguen al lugar que has querido
el Hombre es el ser que quiere
el que exige
el que recuerda el enigma
y la torre abolida
el Hombre
debe hablar con sus propias palabras
sin abusar del canto
sin sobrepasar
el paisaje que le permite la historia
si el Hombre no descubre
el lenguaje de su propia fiesta
deberá callar por siempre
deberá dejar intacto
el diálogo conciliador con el origen
con el tiempo sin tiempo
que sueña nuestra eternidad
quizá ya estés cansado y quieras dormir
pensarás la muerte entonces
y sólo de ese modo
la magia te concederá el favor
cruzarás el mar
en tu barca con tus ojos apenas vírgenes
Y al final del poema
sabrás que lo verdadero estuvo adentro
como luminosa respuesta
para tu sed



CARTA BLANCA

Cuando el mundo quiere dormir
permite la igualdad
de nuestros movimientos
así hacen presencia
las deliberaciones
de cada uno de los hombres
que han traducido
el tiempo que escapa a la historia
de tal manera
se asegura a cada reino
el arpegio y la sanación
una sola gota de lluvia
da muestra
del orden exacto de Dios
el de los muchos nombres
cada rostro rescatado del abismo
es un signo de bienvenida
un buen presagio a la hora de partir
todo nacimiento
es un río que se pierde más allá del sueño
toda búsqueda que no alimente su cauce
es espacio sin huella
abrazo sin ángel guardián
poco a poco
se van llenando las alforjas
con el vigor de la luz
se van liberando sus privilegios
cruzamos el fuego que desata el alma
en cada uno de nuestros silencios
reorganizamos las líneas del mapa
que seguirán nuestros ejércitos
le damos continuidad a sus expediciones
qué otra cosa podríamos hacer
si después de reconocer cada movimiento
el mundo nos prepara la serenidad
y mansamente vamos entregando la voz
porque es de nuevo
el último día sobre la Tierra


DESATAR EL POEMA

Debemos amar
como aman
los milagros de la civilización
que se anudan
a nuestra memoria herida
descrita en las horas
de una cacería inconclusa
creeríamos en las fiestas abatidas
en todo lo que nos falta
en la huella sangrante de la luz
en el cráneo vacío
y en la lengua anónima
de la Tierra
el crimen está
en no seguir la línea
que cruza nuestro costado
nuestra tormenta se hace de no aceptar
nuestra propia tormenta
sólo podemos dar
lo que ya nos pertenece
comparecer por nuestra mano ante el abismo
no es cosa de ir pidiendo asilo
a las tumbas
hay quien predica la caída
y al mismo tiempo
ejercita sus alas
en cada escalón se pierde y se gana la vida
tuyo es mi cáliz
tuya la fuerza de mi semilla
para que todo marche
y vaya y vuelva
se necesitan tus manos
el súbito presagio
que nos acerca al rito
y a la máscara
hablar de nuestra casa
es lo que quisiera
escucha
una flor de agua se yergue en mi alma
y más que dormir en el secreto
lo que hago
es reunir los asuntos del amor
y guardarlos para ti
mientras la ciudad se acostumbra
a la derrota
a la falta de deseo
alabada tú
que caíste en estado de poesía
princesa que devuelves mi espíritu
y la palabra
mas quizá de nada sirva
cuando se sepa que con mirarme
dices lo que los años han dicho
desde el principio
quizá no haya principio
tal vez no exista final
si así es
felices los felices por siempre
y no demores contra mi cuerpo
tu eternidad


LOS DÍAS AZULES

Tu mirada
sostiene la piedra
y el símbolo
tu sol
es un león enfurecido
que se agiganta en el mediterráneo
en compañía
de la anaconda
y la salamandra
tu mar es el habla
de una persona extraña
que recién empieza a florecer
y lleva en su canto
la eternidad
y el agua del recuerdo
donde se pronuncian en silencio
los pájaros y las araucarias
quisiera descubrir
una nueva palabra
para tejer con ella
el mediodía de mi corazón
una palabra amarilla
que levante el luto
de mi soledad
una esperanza
una bayoneta desenvainada
para liberar
la bandera tremenda
que entienden los pueblos
hambrientos y solos
los hombres enamorados
la Tierra fundada
en el llanto y el abandono
tu voz
es el cuerpo húmedo
de una bailarina
y todos esperan su música
multitud que aúlla en mi pecho
cataclismo
ebriedad del trueno
llegas como el viento
milagro posible
que apenas tocan mis manos
inocencia última
enorme tempestad
pisada incondicional
de la poesía
del sueño que permanece
tiempo indomable
del beso que todo lo incendia
enloquecido voy
enloquecido pariendo la tristeza
de no acariciar tu rostro
no como el que se pierde
y cae sin cabeza
sino como el que ora
y levanta los brazos
y respira profundo
tragándose el Universo
sólo nos vimos cuando llovía
y acaso sea suficiente
mujer de almendra
paloma de pan y fuego
llevo mi pensamiento por la vida
como el que tiene un camino
y eso poco dice
de las noches en que te nombro
cuando el cansancio me delata
ahora voy cazando ángeles
para hacerte un jardín de alas
para que los eches a volar
quizá no te vuelva a ver
quizá te vayas con ellos
a recorrer el cielo

SEGUNDA CARTA DESDE GOMORRA POR DANIEL JIMENÉZ

(DE NUEVO A PROPÓSITO DE “SONATA DE UNA MUERTE” DE VICTOR RAÚL JARAMILLO.)

“Bienaventurados aquellos que tienen un alma,
dichosos los que no la tienen,
pero desgracia y adversidad
para los que tienen su germen.”
G. I. GURDJIEFF.

Contrario a lo sostenido por una de nuestras voces mayores, ese gran poeta que fue Jorge Zalamea, hoy por hoy, y luego del sarampión libertario de los años setenta del pasado siglo, podemos afirmar que en poesía sí hay subdesarrollo: abandonada la dificultad, dejada al margen esa larga orfebrería de visiones que constituye la más alta poesía de nuestra tradición, desde la Ilíada hasta el Yuruparí, nada diferencia ese amorfo artefacto llamado poema del texto publicitario, o del pegajoso estribillo de alguna campaña en nombre del ecologismo ramplón de los urbanitas.

Pero Víctor Raúl no cae en la trampa de “subdesarrollarse”, contagiado de eso que los hindúes llaman Advaita, y que significa la renuncia al conocimiento riesgoso. Porque su novela es ante todo una polifonía de registros poéticos, donde no hay presente, sino una magistral superposición de cronotipos. Y más aún, reta, complica, abisma: nada de esas fáciles imitaciones, tan al uso, de Ray Loriga, autor que dicho sea de paso admiro y valoro, pero que carga con el soso lastre de sus epígonos, catapultados por las grandes editoriales, como conejos del sombrero de un mago sin criterio. “Vamos por el mundo buscando la casa en el árbol, donde está escrita nuestra biografía. Quizá estuvimos allí desde hace siglos. Volvemos pues, por nosotros. Volvemos por lo que queda de nuestra Humanidad…” (pag.77)

Y es que en medio de este desierto sin clima, de este Sahara sin temperatura, de ese optar por el impacto fugaz de la imagen sensiblera, en lugar de ascender como savia por la raíz de un lenguaje que fluya y se expanda, reconocemos de inmediato la filiación de Jaramillo: una rara mezcla de rock extremo con Heidegger, Pessoa, Nietzsche… Y conste que digo filiación, modo más digno de tratar la estirpe espiritual elegida; elección de estirpe ausente de las academias y de los “talleres” que la muy mercantil expresión de “influencia”, palabra muy del gusto de los burócratas del poema. Víctor lo escupe sin contemplaciones: “La carne del alma en su ejercicio de la filosofía oscura suspendida en el real discurso de las bodas que alimentan las ciudades…” (pag. 57)

Víctor Raúl Jaramillo, hace equivalentes juego, misticismo y esoterismo en una alquimia brutal. Es un romántico fallido, descarado, hijo de la alegoría y el transcurso como buen posmoderno, pero atravesado también por la épica de la sombra y el desasosiego. “Sonata de una muerte” es un texto perverso, polimorfo, desemejante a todo y por ello unitivo: “Ignorando quien es, suspendido entre el aquí y el ahora, completa el Universo”. (pag. 65)

Parafraseando al salmo 105: 18, podría decirse de Víctor que “En hierro fue puesta su persona…” Y añadiría que la suya es una novela moldeada con metales pesados y sonidos agrestes: No busca la belleza, sino la visión que deroga la simple autobiografía, transformándola en búsqueda del comienzo.

DANIEL JIMENEZ BEJARANO.
Febrero y 2009. Luna Nueva.
danielmanowar@terra.com

A PROPÓSITO DE SONATA DE UNA MUERTE POR DANIEL JIMÉNEZ

CARTA DESDE GOMORRA.
(A PROPÓSITO DE “SONATA DE UNA MUERTE”)

Incluso el oprobio tiene categorías, rangos, se ve sometido a juicios de valor, como si hubiera matices en el odio y la crueldad. De las ciudades destruidas por Yahvé de los ejércitos, el Supremo Intolerante, sólo se recuerda el nombre de Sodoma y su pecado: pero nadie nos ha dicho por qué fueron destruidas Gomorra, Seboim, Sebor, qué atroz infamia perpetraron para merecer la esterilidad eterna, de sal y fuego.

La ley sólo es sagrada en el mundo pagano, sólo el genio del politeísmo restablece el orden del mundo y del cosmos porque su centro es múltiple y fluido. Con la desaparición del cristianismo a manos de Constantino el impostor, y el triunfo de la usura como método y sistema, el mundo dejó de tener Ley, leyes, para someterse al designio de la norma, al capricho de los ciegos.

La escritura solitaria conduce al éxtasis, la lectura compartida conduce al trance. Entre la mónada y el arcángel, prefiero la mónada, la individuación radical, al dictado de cualquier potencia. Nunca ha habido maestros espirituales, porque el espíritu no requiere de maestros: libertad es su órbita y su sino; lo demás: conceptos, lógicas, actos de fe, placebos del conocimiento. Ver cómo cada ideología tiene su santoral, sus hagiógrafos; cómo cada alucinado se cree visionario, y enarbola su juicio como si fuera la verdad; cómo cada ciencia o disciplina se asumen centro del mundo y del lenguaje, cuando son follajes de árboles muertos; ver cómo cada poeta teje y desteje los altares de su miedo, como si los poetas muertos pudieran devolverle su misión sagrada; todas esas cosas no son sino muestras de la fatiga de una humanidad que ya no se pertenece, que lo ha perdido todo, salvo la capacidad de mentirse con teorías, con ideas que no proceden del mundo de las Ideas, sino del mezquino ámbito del balbuceo intelectual: el filósofo de hoy no es más que una variante del economista, y éste a su vez no es otra cosa que el ilusionista del hurto.


De ahí que lo nuestro sea indagar por los modos del oprobio que han sido excluidos de la historia, expulsados hasta de los catálogos moralizantes y moralizadores, porque aún en el más abyecto de los extravíos es el Dios desconocido el que habla. Devolverle la voz a Gomorra, robada por Sodoma, al quedar como ícono y símbolo del mal, optar por Gilbert- Lecompte, en lugar de Daumal el Santón, Lacenaire, en lugar de Villon, reivindicar la mediocridad allí donde sea una forma de resistencia y de lucidez; porque, tragedia de nuestra era, se llama lucidez a la negación de la vida, al instinto domesticado, y es en la medianía dónde el instinto puede renacer: el mediocre lo es porque reconoce su pulsión, describe el deseo que lo agita y perturba.

En Latinoamérica llegamos a la técnica literaria sin pasar por la tradición y la cultura, exportamos escritura, como si de cereales u hortalizas se tratara, para poder ser mirados como pertenecientes al carro de la historia, pero aún no hemos escrito nuestro libro, aún el arquetipo no ha despertado para nosotros: no somos ateos, ni agnósticos, pero tampoco creyentes o fundamentalistas, somos siempre otra cosa, un algo más que perpetua la fatiga del laberinto de su búsqueda en pos del rigor arrebatado por quinientos años de impostura.

Si de algo puede existir certeza es de la muerte de la educación: con leer y escribir, con conocer las plantas y las constelaciones bastaría. Lo demás es adoctrinamiento. Contra toda civilización, esperamos el retorno del Berseker, del que conozca su lugar como hijo del universo, emancipado al fin de las cadenas de la norma, hijo leal de la Ley del espíritu. No más el cepo del hermeneuta, ni los grilletes del académico: lo nuestro es el sacerdocio del Caos, porque la esperanza sólo brilla en el desorden, en la inarmonía de las esferas, apóstoles del grito, del mito, renunciamos a todo ritual que no lleve el compás de la melodía de la destrucción.

Esto no es una vindicación del terrorismo: somos fruto del miedo que nos ha atenazado durante siglos. Pero ha llegado el tiempo del espíritu. Renunciamos a toda sobrenaturaleza que se incorpore a nosotros, a toda invocación, a todo llamado: que sea el espíritu propio el que se eleve como cántico nuevo. Si es duro nuestro decir, si la violencia campea en nuestro rugido, es porque desde el vientre de nuestras madres hemos sido alimentados con hiel y vinagre, nuestra plegaria es la del dolor orgulloso, la de la melancolía impetuosa, la de la herida insumisa.

Los géneros y las escuelas, los estilos y las filiaciones, son sólo manifestaciones de la policía del pensamiento que ha encarnado en nosotros: al abolirlos es la libertad lo que exhibimos, el sueño nutricio, el humus de nuevas germinaciones, inéditas, blasfemas, heterodoxas, y por ello verdaderas. Ni artificio ni mímesis: realidad conquistada, recién nacida para nosotros porque verdad y realidad, tal como las conocemos, son apenas los sueños del censor.

En cualquier esquina se venden recetas para hacer poesía, manuales para el haikú. Pero, ¿dónde está la voz del nabi, profetizando para su pueblo; la del druída indagando al muérdago por el retorno del roble; el canto del pajé? Es demasiado tarde para buscarlos y más aún para encontrarlos. Pero sobre la tumba de sus dioses podemos erigir nuevos mitos, nuevas formas de decir, que restablezcan la soberanía del hombre, desde el descubrimiento de las verdades del amor, el triunfo sobre la muerte, la encarnación recurrente que nos permite escapar de todo cielo y hacer habitable el infierno que somos.

Por esto te escribo Víctor Raúl desde Gomorra: como si fuera el último sobreviviente de una ciudad que desconoce los motivos de su juicio, que no comprende porque fue devastada su tierra, ni porqué fueron aniquilados sus dioses tutelares, la vendimia, la cosecha, la orgía sagrada, ignorante de qué pecado cometió para ser escupido por el cielo, pero festejando la sonata de una muerte, tu insolencia al no sucumbir a las formas establecidas, ni al aullido siempre impotente de los jueces.

No entiendo cómo puede hacerse literatura sin acceder antes a los enigmas del número y del ritmo, cómo se asume como un hecho la supremacía de la palabra, lo que llaman lenguaje o discurso, sin antes conocer el reino de la cantidad, el alfabeto de las magnitudes. Si lo sagrado no habita en lo dicho, mejor el silencio de los muertos: es el exceso del habla el que ahoga la tierra: si de exceso se trata, que sea el de la soledad que canta, o el de la compañía que ama, porque el habla de los sabios es sólo temor y temblor, estertor y angustia.

Afirmamos la vida como finitud y riesgo: sólo así nos sentamos en círculo frente al fuego y concebimos con dolor el salmo de nuestro rostro, la identidad recobrada. No hablo del arcano: quizá el esoterismo sólo sea otra manera de la policía del pensamiento. Hablo del secreto que construimos como identidad y resistencia, del acogernos como se acoge la unción o la comunión, ser bendecidos por la presencia de los que comparten la misma cicatriz en la mirada, el mismo emblema de sobrevivientes de Gomorra.

Descreo de todo anarquismo, del socialismo libertario, precisamente porque profesé durante nueve años de tormenta esa ideología: también el anarquismo, lo que llaman pensamiento libertario, es cadena, esclavitud, renuncia a la inmanencia de la vida, en nombre de una intrascendente trascendencia hecha de conceptos vacíos. El Caos del que hablo es el caos creador, el ciclo incesante de analogías y correspondencias desde las cuales el mundo es siempre susceptible de ser creado de nuevo.

Bendigo tu caos luminoso, Víctor Raúl.



Daniel Jiménez Bejarano.
Yermo sin nombre.
Agosto 31 y 2008.