viernes, 11 de enero de 2013


Desde LA TIERRA MEMORABLE de Gabriel Jaime Franco


1
Es terrestre el límite de quien se acerca al canto. Pero ese límite se puede sobrepasar en la poesía inocente que tiene un eterno decir “sí”.

2
¿Qué es el yo en medio de esta hoguera?
                                   Delmore Schwartz

3
¡Ay, triste del que un día en su esfinge interior pone los ojos e interroga!
                                   Rubén Darío

4
Soy el sacerdote de la tristeza, ya lo he dicho; no obstante, hago un llamado, convoco para aquilatar el fue de mi niñez y su gozo, el es donde me interrogo y creo mis dioses, y el será donde entraré a la vivencia de un canto de fuego.

5
Mi niñez es mi padre; mi vejez, mi madre.

6
Pregunto, ¿dónde está el mundo que no hicimos? ¿Nos iremos sin ninguna música a ninguna parte? También pregunto.

7
Nombrar es un accidente, si se nombra (…) en algún lugar alguien nombra, reduce.
                                   Gabriel Jaime Franco

8
Somos un ojo ulcerado que se verá a sí mismo cuando se acerque el morir.

9
Fluyen en nosotros las palabras que contradicen; en su contradicción, el canto de la Gran Madre y su luz bienhechora.


10
¿Podré decir que no tengo, a pesar de todo, palabras que me nombren? ¿También seré un horizonte que se amplía en las ocho direcciones? ¿Qué seré entonces? ¿Realmente por haberme sentido algún día vivo, tal vez por eso, existiré siempre?

11
Una vez entramos en nosotros mismos con ojos escrutadores, perdemos toda felicidad y dejamos atrás la inocencia.

12
Sí, poeta: el mundo también palpita en mí, lo que vive me habla desde su pálpito, y yo lo escucho y enloquezco.

13
¿Quién soy? Tengo, quizá, palabras; pero no tengo voz, es seguro, no tengo voz.

14
Poseo mucha raíz derruida, mucha juventud tropezando con la sangre violentada, yo, que a pesar de todo puedo olvidar. ¡Que se pudran los asesinos!

15
Ahora el niño que fui me dice: “huye de Dios, huye de Dios, lánzate a los eriales, abandona las fundaciones, huye, huye y funda, funda y huye de nuevo”.
                                   Gabriel Jaime Franco

16
Yo paso la noche en vela, mientras tú duermes y te aproximas a las viscosidades del día repetido.

17
Mi infancia también es una catedral oscura. Oscura y sola, como la tuya, con mi infancia en medio.

18
El que eres desatina entre dos espías inconclusos. Tu fue es como el será, infinito. Por eso, atiende a tu presente, vivo y lúcido como la luz que buscas: el misterio eres tú.

19
Yo también soy la respuesta que reposa en la piedra.

20
La luz que dio vida a la tierra, también se sustrae de la oscuridad que nos contiene.

21
Tú cogiste al mono por la cola y lo agitaste como una hélice hasta que su cabeza explotó en el muro. Ese fue el nacimiento de tu más pura crueldad.

22
El que eres me ve derivar de mí hacia mí, en medio de una vasta soledad que eres tú entre lo que soy yo y el que serás.

23
Mírame con indulgencia, ámame, abrázame, porque me sé ido sin remedio.

24
Ahora comprendo un poco más mi cansancio, mi necesidad confusa de belleza. Yo también estoy estacionado en un pasado que se hunde en la profundidad de la memoria; también invoco al que seré para que me ofrezca la luz, una vez llore como un niño muerto debajo de la tierra.

25
Sentir, es magnífico; Escribir, exultante; Habitar, lo sumo; pero, ¿dónde está el lugar aplacado, el sitio de reunión, el punto de encuentro solvente?
                                   Rafael Cadenas

26
Nosotros también hemos cantado en medio de los muertos. Nuestra música, joven en principio, veía chorrear la baba de los dioses en el copón del pontífice. Aniquilamos todo a nuestro paso, sin embargo, edificamos, al tiempo, una esperanza, fútil o innecesaria, pero que nos ha llevado de la mano en esta vida donde hemos odiado con un amor de no sé qué a la familia del mundo. Erguidos, erguidos vamos sobre el fondo de nuestra tenebrosa gratuidad.

27
Es cierto, este país, donde también somos la guerra, es terrible. En él se han hundido, luego de los balazos, nuestros amigos, los cantos, mi padre. ¿Habrá algún dios benévolo...?

28
No te dejes atormentar por ti mismo, sé valiente y capaz, amar es necesario, aunque sea insuficiente.

29
(Con tu permiso): yo es cualquiera, yo éramos el otro, mira, fíjate; yo éramos el precario sí mismo; yo éramos una sed cuidadosamente ocultada y recuerda, recuerda: nosotros vimos, sentimos, te lo juro, el dolor; y en el dolor he pedido, hemos orado por la desaparición de la plegaria. Ay, plegaria, hija de la muerte y confesión de nuestro límite, yo oro para que tú huyas, plegaria. Plegaria, condúceme a la ira. No me des un cielo, dios, no me lo prometas, no me des un cielo y esta memoria viva y grávida de crímenes; dame sólo un poco de plenitud en el presente.

30
Una gran confusión se abrió por toda perspectiva a nuestros ojos, enfermos de Dios y de inocencia. Éramos hijos del vicio, éramos hijos de la guerra de esta sociedad y no supimos de nuestro camino sino después de que fuimos, y ya todo estaba, quizá, perdido. Pero no dejamos nuestra memoria tranquila, satisfecha, podrida de quietud; siempre dirigidos hacia nosotros mismos encontramos también la lepra de los abismos, conjugamos en el aliento el más alto anhelo y, sin darnos cuenta, fundamos el Metal Medallo; nos movimos en todas direcciones y la familia del mundo nos reconoció. En principio era la ira y el odio a lo que nos ofrecían los violentos, y atacamos; ahora, somos los que dan la bienvenida, los que convocan, los que acogen en medio de esta paz mentirosa y fratricida que llamamos Colombia; porque bajo las cadenas de irritada desesperanza, la exigencia de amor jamás concluye.

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