La religión es una poesía donde se cree
Reinold Niehbury
¡Cree! Eso no hace daño
Wittgenstein
LOS OCHO SELLOS
1
Maduró el signo
en la cuenca
de tu vientre
y la campana
que escucharon tus muertos
anunció
la renovación del agua
2
En la colina
se desató el peligro
caballos blancos
que se preparaban
para enmudecer
los sueños
la compañía ósea
de los tiempos
3
Dilapidadas
contra la noche
las máscaras
recogen
el último giro
de la danza
del otro lado del rito
se ajustan cuentas
con los penitentes
4
De tanto mirar
se están muriendo
las caravanas
sus trompetas
aúllan más allá de la sed
todo lo que piden
es el secreto
de la mañana
5
Rayo
y herida
se cuecen
en tus pupilas
¿qué esperas encontrar
en ese mar tranquilo?
símbolo imposible
el sonido del mundo
que se confunde
con tu lengua
6
Las catástrofes
del ángel
golpean en tu memoria
al decir de las estrellas
leones y palomas
van al mismo cielo
con sus generaciones
lo demás
es nacimiento y muerte
otoño de soles
en la ventana
de los ahorcados
7
Cuando Dios
tire de nuevo los dados
los hombres
ya habrán descubierto
otra ruta
es posible que sirva de algo
a pesar
de que el juego
siga siendo el espejo
que petrifica
a quienes miran
a sus espaldas
8
Tierra
de pétalo
de ceniza
o estación de regreso
la eternidad
sin sus relojes
camina sonámbula
por tus desiertos
siempre habrá un canto
en nuestra alma
una voz que no aceptaremos
e igual
a tu abrazo le damos la fiesta
y el espanto
ALAS PARA EL ESCORPIÓN
A esa cordura que es el poema
Pablo de Rokha
1
Dónde la palabra
la primera
dónde su milagro
La llamada originaria
su nostalgia que se interna
en los espejos
como una perra desdentada
al saber
que no sabemos
Cópula del dolor y el polvo
que nos acepta
para descubrir su luz
despiertos de pronto en la brevedad
de la hermosura
La palabra
su fuerza desde el principio
el desbordamiento de su nombre
Ser su presencia
su fuego que apremia
en las manos del olvido
ya para nadie su cuerpo
jamás su encuentro
locura repentina
que anuncia otro espanto
otro descalabro
La palabra
dónde su habla
dónde su imagen creando el Universo
Los hombres buscan su voz
la visita en las noches
el monólogo de su gloria
2
Es por ti
palabra asesina
curadora del mal conocido
tu claustro se vacía por la ventana
y todo se desmorona
como la culpa
que arremete con la lluvia
¿Cuándo nos llegó el aviso?
Deja nos divertimos
con aquello que aún nos pertenece
puede que sea poco
pero es espina y placer
que trasciende la arcilla que ha moldeado
la música del llanto
Deja mientras bendecimos
la encrucijada
para que no sea un hurto la inocencia
Como una multitud irredenta
nuestra entraña se queja
y queremos escucharte imperturbable centinela
queremos conocer tu voz reunida
a la sabiduría que guardas
en el carcaj del cielo
tu danza inconclusa de continente sumergido
Ya es justo nuestro sueño
en las cuevas
para que un sol inmenso
lacere nuestros ojos
y se avecine la caravana de tu eco
ya nombrada palabra
en el génesis de nuestra fe
3
Y ahora
que nada ni nadie
nos separa
te somos fieles
Ahora
que nada ni nadie
nos separa
se abre la tarde
mientras dejamos caer el agua
sobre nuestros cuerpos
Con todos
en nosotros
y en mí
atada a las manos atadas
Te escuchamos
te alabamos
te glorificamos
madre
Te padecemos
palabra constante
te seguimos
desde nuestra tumba
extensión estrellada de la Tierra
somos los que cantamos
en la búsqueda de nosotros mismos
lenguaje ávido del comienzo
Volvemos a ti
luego de estar errando
por los pasillos de la duda
todos los que somos
todos los que estamos
volvemos
con nuestras familias
como un solo destino
al acecho de tu mano
¿Qué fue de ti en nuestra ausencia?
¿Cómo edificaste tu reino?
4
Es para ti
esa soledad de raíz
de rey en el tablero arrasado
Es para ti
ven pronto al sacrificio
ordena una nueva crucifixión
y levantemos tu última plegaria
¿Dónde estás?
La luna es de sal
y el agua podría acabar
Es para ti
No olvides nuestra lanza
ni la tormenta
que tu rostro
recuerde nuestros rostros
Nuestra búsqueda es por el prodigio
momento presente
que se retira en su vuelo
a través de la ventana
con su cabeza rodeada de silencio
Cerca estamos
con el miedo de caer
al lugar donde nadie nos nombra
Los rezos de la mañana
no alcanzan para el día
si su espada no atraviesa el vientre
El vino
es de tu casa
palabra negra que regresa
en los vestidos
de la estación iluminada
El camino
es tu mano que apunta
al paraíso innombrable
donde nada muere
y todo es feliz
Pero no somos sus huéspedes
La historia ha pintado
una bestia
en la mirada de los niños
y ahora todo duerme
como un pájaro ciego
La verdad es una herida
heredada
hacia el correr de los siglos
Hoy le decimos sí
y quizá le digamos no
Se pronuncian los gestos
tal vez
pero del pensamiento nada se sabe
movimiento
de un cuerpo en reposo
5
¿Dónde estás palabra sagrada
cuál es el hilo de tu laberinto?
La rosa se desangra en la copa
y el vidente bebe
del pulso de su metáfora
Nuestro costado es semilla
Extraña es la canción del hueso
crepitante su médula
que se alimentó de las cenizas
Como pálida piel
el deseo se presenta
nos vamos
pero volvemos
aunque nunca jamás se abran las orillas
volvemos a verte
palabra
en la lechosa sangre del vencido
en el ritual de su viaje
toro sacudido en el carnaval
serpiente que representa al cuchillo
¿Quién tiene el secreto?
Todo estaba escrito
se nos ha ido el tiempo
en buscarnos entre la higuera
y mañana ya no seremos
este ardor
urdido en el silencio
de una primera estampida
¿A qué hora aprendimos la mentira
el falso dolor
la caricia traicionera y desalentadora?
6
Todo es bello
La flor y el espanto
están al servicio del poema
Época tu pelo
en la curva del áspid
trompeta tu carne justa
Remolino tu cuerpo
la fuga de tu nombre
palabra
¿Hacia qué lugar se dirige el tiempo
con su carga de cultivos
sometidos al gemido de las sombras?
7
Es el océano de la palabra
recorriendo los jardines de la conciencia
los muladares
Es el océano de la palabra
y nuestra juventud
respira en sus manos
sorprendida aprendiendo el naufragio
Sin embargo
hay que callar
Danos la sabiduría oh perdida
y estrangulada simiente
danos la visión y la clarividencia
que sea tranquilo nuestro paso
por las montañas y el mar
Somos otros
y cultivamos nuestro espíritu
Ahora que le debemos a la obediencia
y una luz en las espaldas
nos bendice
todo cambia y lo posible se oculta
en la salud de los panteones
8
Monstruos de cieno húmedo
que desatan la ira del rayo
olvido de antiguas cosas
que dictara el árbol desnudo
a la caída de su ángel
Nuestra casa no es
sin tu presencia
palabra
madre
cuerpo de la idea
serenidad inconclusa
en la que el caminante prepara su puño
cuando se anuncia el diluvio
y la miseria
Nuestra casa peligra
sin letra
cuando arrecia la intimidad de los altares
Pero tu eres peligro también
principio y representación
de la geografía de la muerte
que cuecen en secreto los muros de la noche
Te sabemos
ungida en la misericordia
y con pocas señales
sabremos poner pie en la cordura
Estamos ciegos
los muertos nos guían
como si fuésemos la sombra de Orfeo
se nos rompe la cadena
el significado de un instrumento tardío
nos acorrala en las profundidades
pero la Naturaleza recupera el juego
aunque no sepamos quien nos acompaña
9
Cada día que pasa
nos muestra un nuevo pedazo
de nuestro interior
y creemos que estamos lejos
en el lugar donde comienza la mañana
porque estamos naciendo una y otra vez
y nunca es lo mismo
y siempre es la primera vez
y todo cambia en el miedo
y en el entusiasmo
Todo pasará
en el momento en que se fracture la tarde
y comenzarán a pudrirse las olas
la memoria estará adolorida
de tanta oscuridad
la eternidad subirá hasta la boca
de los hombres que cruzan las calles
su existencia será una exhalación
Dóblate recuerdo
la última vez será la primera
10
Salimos a respirar
sacamos a ventilar nuestro remordimiento
estamos aquí como si fuera allá
y unimos la manos
como si en la sorpresiva plegaria
se hablaran los hemisferios del mundo
Vamos por el lento verano
con la corona del tiempo en el sueño
y un lirio de lluvia en el pecho
el blanco de la pared
los transeúntes desdibujados en el calor
los túneles que se abren en el espacio
¿Hacia qué misterio nos dirigimos?
La música rompe las distancias
y el pan y la golondrina
mil pupilas escriben letanías
mientras los soldados se acarician en su tienda
la soledad los cerca aún
la soledad que va siempre desnuda
Ven y vamos
galopemos en la locura
desatemos el deseo
la transparencia de lo verdadero
el combate de lo que será
las alas del signo
que anteceden a la tragedia
que acumula errores
sin asombro
vil carcajada
11
Hablar despacio
que se entienda la respiración
apuntar a la paciencia
al loto vestido de viento
en la madrugada del oficiante
Éramos nosotros los caminantes
ahora soy yo el que se desvela
tratando de encontrarte palabra
No queda nada
el baile del polen se vuelve espejismo
mis pensamientos urgen la esencia
el explosivo canto de las sirenas
esa furia que sale del viento
y trata de descifrar el rumbo del Universo
Voy con la pasión
en el habla
hasta que llegue el momento
de enmudecer en la obra
la gran obra que nos dice
que podemos evidenciar nuestro sitio en la Tierra
12
Ya no creo
en todo lo que cruza por mi cabeza
a no ser
la prueba fiel de que existo
la piedad que ensombrece a los inmortales
Elijo la armonía
en lugar de la conquista
a pesar del sufrimiento
a pesar del encuentro con aquel vagabundo
que transitó toda nuestra niñez
por los parques vacíos
y terminó atado a un árbol presa del fuego
¿En las fauces de qué animal
reconocemos su perdón?
Hay que pasar a través del miedo
¿Por qué no dirigirnos al lugar seguro
que indican nuestros mapas?
Está el arrojo y la aventura
la vigilia aún vestida de sueño
las grandes empresas que han abierto el Planeta
en todas las direcciones
y para todos
las que seguirán actuando
como una necesidad que supera a la muerte
13
Aquí estoy
yo estoy contigo
mi corazón late junto al tuyo
en el conocimiento simple de las cosas
mi voluntad levanta el polvo
donde quedó sumida la misericordia
todos esperamos algo
pero sólo algunos esperan la verdadera muerte
ese gran pozo donde no caen las monedas
algunos malditos se agigantan
sin el lazo misterioso de la vida
recorriendo sus sienes bautismales
Todo es un descubrimiento
y nada carece de símbolo
Los oficios de la palabra
se congregan como médula religiosa
por los hechos y los cantos del mundo
los oficios de la palabra
se propagan
sobre la escritura de un cuerpo plural
14
Dios está triste
Dios está triste en la colina
Dios y su ternura de olvido
desorbitada en los muslos de la muchacha
Dios que es la arcilla
donde los hombres
descansan sus manos cansadas
mientras siguen la creación
del mundo
15
Te desgastamos palabra
en el centro de las iglesias
en el hediondo rumor de las sepulturas
Un melancólico viajante se persigna
y un sol rojo se arroja sobre los tejados
Impasible marcho
imperturbable sin saber
de dónde vengo
y hacia dónde me dirijo
Sólo lo que viene a mí me pertenece
sólo lo que habita el presente
tiene conciencia de mi medida y de mi silencio
LENTA BIOGRAFÍA
Tiemblo, el gran temblor del Universo se acomoda a mis entrañas. Imagen tras imagen la imagen de los cuerpos se despelleja en mil imágenes sin cuerpo. Fatiga y desprecio en las pupilas de las madres de la muerte acurrucadas en las esquinas. Sufrimiento en los costados del mundo que no acaba. Virtud del suicidio y el irse de una vez al abismo que han dejado en medio las manos del Creador.
Tiemblo, y predico las tempestades del hombre y un león sepultado en los corazones; la lengua de la vida apasionada. Invertidos veo los bailes del alma que juega a irse hacia los panteones: árbol de la Voluntad donde la frase de la Libertad elogia el canto de las guillotinas.
El mito volverá entonces poblando, lentamente, el pensamiento y su expresión. Los ancianos traerán para su liberación el emanado conocimiento de los dioses, las metamorfosis de las bestias. Sus huellas todavía representarán la verdad y la concepción de la realidad se llenará con el verbo que guardan en sus carrozas. Tiemblo mientras los pájaros anidan en las cruces y la rosa invoca el pudrirse en el dolor. Oh, signo de la Tierra. Hemos heredado un viaje por la incertidumbre para luego desaparecer.
No soy decente pero sufro; apenas comienzo y sufro. No aspiro a las estrellas ni a la noche, amplia y suelta como los cabellos de la muchacha. Quizá el llanto del nacimiento aturdió el sendero pues recorro los lugares del sol y no encuentro mi sombra. La huella de mi mirada ha naufragado en las demás miradas y me sumerjo en los otros sin elevarme y la tristeza de mi yo oculto despierta una pesadilla maravillosa. Oh, santísimo tormento.
No sé si hablar sirva para algo; es otra forma de abandono o tolerancia juvenil, y ahora no sé nada porque nada soy y lo que he sido está debajo de mis zapatos diluido con el último compás del símbolo. Vago, divago vagando por los corredores de esta casa marchita y no encuentro mis pertenencias. Sin embargo, me apacigua la renuncia. Sí, lo sé, son sólo momentos diminutos para luego tirarme de nuevo en busca de los frutos de la borrasca de mis años.
Aquí sentado, ahora por necesidad, veo la quietud de los instantes, escucho la marcha de la eternidad. Llevo lutos amontonados en mis oídos y la columna vertebral de mis sentidos está encorvada, a punto de quebrarse con la patada de las semanas. La mañana llega igual cada mañana, igual que todas las mañanas del Universo, y a pesar de ser cada mañana una única mañana, un solitario gesto en la experiencia del lenguaje, todas las mañanas la mañana.
Ya sale el sol por todos los costados, por todos los acostumbrados costados de Oriente, y propone un olvido a las huellas del sueño. Quizá me pierda si entro al recuerdo y me vea entretenido en los juegos de niño. Continúo con el corazón retorciéndose en una tristeza entrañable e inútil. Ahí va la miseria con sus quehaceres de puta como toda posibilidad en el momento justo, como todo orden enfermo hacia el limbo.
El miedo ha hecho de mí un mendigo y aunque es fuerte la urdimbre de mis regiones y los pájaros vienen cada día con más luz a visitar mis aposentos, sólo espero el tierno abrazo del vacío. Que sea certera la caza de su arco; la fiesta del mundo que se consuma y otorga.
¿Cuál es esa canción que nos ha traído el fuego? Está sonando mientras nos lamentamos, mientras lamemos con los pétalos del delirio nuestras llagas. Pululan los asesinatos y las costillas de la ciudad están desnudas. No me precipito. Lo único que hago es aprender. Por eso escribo, para seguir. ¿Seguir a dónde, me preguntas? yo no sé a dónde ni por qué; pero estoy seguro del seguir, por siglos de siglos seguir, todos. No me pidas que lo explique, no lo sé, y si lo supe, ahora lo he perdido. Debió ser un temblor, la Voluntad de una Conciencia en la niebla. No lo sé ni me importa.
De nada vale bendecir lo que siempre ha estado presente. Ah, los nuevos cultos y sacrificios; el oro finalizado en una carcajada. Si me levanto es para dirigirme hacia las alturas; para celebrarme en la distancia. Bebo el vino ruidoso del mar para ir y volver sobre mí mismo; luego busco el reposo con felicidad aunque me sepa huérfano; un símbolo que se acostumbra a la familiaridad de las tumbas.
Ay, amor violento de mis años, horizonte atormentado de mis días: en mi carne se han clavado los atardeceres de la Locura y multitud de perros aúllan en mis venas aún. Bastaba una sonrisa para dejar en paz al caballo desbocado y la santidad de su humo buscando quien le creyera ante la inminencia del extravío. ¡Oh miedo de espectros y extrañas conquistas!
Poco a poco el viento nauseabundo se ha ido alejando como la sombra huidiza de un demonio cansado. Y el divino vicio de la Soledad va abriendo las ventanas para ver pasar al Hombre coronado con el signo de las mortajas. Sus pasos aguantan los estertores que cercenan el poema, los fusilamientos sin hora y sin lugar, el rayo hipócrita de la multitud sembrado en los muñones, la purificación mutilada por la abrupta caída de la Libertad. Los campos son vestigio de una guerra que intentaba el paraíso.
Habla el que corrió horas, días enteros con la fertilidad de un rostro contra el pantano, ensanchando y estrechando el viaje, resolviendo el sueño de algún espejo atrincherado en la despedida. Habla el que incendió los países de su memoria buscando llegar a otro imperio de vastas sorpresas, haciendo estaciones en el desvelo y la abstinencia, quizá pidiendo el destierro de la deuda perpetua donde acampan irremediablemente nuestros sollozos. Habla el que derrumbando las fronteras no fue suficiente para la nueva soledad donde los amigos sólo son estrellas sin nombre al cerrarse el eclipse. Habla el que fue sanado, lentamente, por la piel próxima de sus semejantes mientras emprendía cruzadas de polvo hacia sus adentros.
Te digo que mis calles sudaban una pesadilla que entraba en las iglesias para desclavar a Cristo y bajarlo antes de que muriera y llevarlo en los brazos amorosos hacia el Círculo donde ardió por vez primera nuestra nave. Entonces vi la paloma repetida de sus ojos, el ataúd entretenido con la abundancia de cisnes degollados. Así comprendí que las cosas regresan aunque nunca sucede de igual manera: son otros ríos, son otras tierras, son otros fuegos que crecen desde la memoria y nos acompañan en la otra manifestación de lo que somos.
Hay que enmudecer primero para poder cantar. Una breve sonrisa se dibuja en el cielo. En algún corazón debe estar dando a luz una nueva señal y en poco tiempo vastos ejércitos estarán anunciando a su paso la tierra prometida. Apenas reflejo entre los hombres. Por ahora ven, acércate. Al final todo vuelve a verse con los ojos cerrados.
LA QUIJADA DEL SÚBDITO
De nuevo convocados a la guerra estúpida que estremece la Tierra. Con la punta del siglo en el costado, cargando las muertes que otros nos dan de alimento. Los secuestros que anuncian la humanidad partida en pedazos, trastabillando bajo el dominio de una ráfaga de mentiras. Cobardía incendiaria que se instala en los rincones que la calle permite, mientras se contrabandea el ánimo, la libertad, la alegría. Hambruna desfigurada que corroe el camino de los vivos, el juego de los niños que brincan en las camas sangrantes donde agoniza la paz. El rugido ahuyenta el rebaño, las trompetas suenan sin que ningún profeta las anuncie. ¿Dónde crecen los espejos que nos muestran la luz que compartimos desde el principio? ¿Dónde el milagro que nos asegura la continuación de nuestros hijos? Pero a quien podría doler esto, es sólo poesía, de la que no truena, de la que dejan olvidada los que toman la quijada para fracturar la cabeza de su hermano. Aquí vamos de la mano de la mierda que nos venden cada mañana. Cada día que pasa nos levantamos envueltos en farsas que nos niegan el centro, que nos alejan del camino. Ninguna razón nos da la magnitud del otro, su nerviosismo lo pone a bailar a la orilla de la realidad. El cuerpo plural de los días estalla y nadie lo reconoce, ningún signo, su voz ha caído, los ojos los han sacado; la calavera rueda por los pasillos del poder, mala señal; los súbditos corren en turba, alguien tropezará; los ángeles observan, llevan las cuentas; los demonios devoran, al fin y al cabo no todos los días nos atrevemos a la guerra del fin del mundo.
MATANZA DE PIEDRAS
Los hombres ya no pueden tomar parte en nada, su destino ha caído al fondo de la tumba, y el fantasma de Dios deambula por las calles como un grito silenciado, como un amante sidoso. La búsqueda de su cielo permanece en la entrada del veneno que inyectan los días en los sexos abiertos. Las turbas demenciales avivan el camino de su danza descompuesta, de su pus, su sangre, los brotes de lepra. Dios también es posible en el canto arrojado de los hombres, Dios, que es una historia que mal contada se resiste a desaparecer. ¿Dónde situar su grito? ¿Dónde su hermosura? Los hombres han asesinado su figura, han contagiado las épocas de muerte celeste, han destruido la imagen y por tanto reducido la idea. La idea de Dios que está contagiada de olvido, vómito que aún se retuerce en las entrañas del mundo, maraña donde se pierden las visiones de su propósito. El mundo ha sido entregado a un animal insospechado, su ruta describe la misma cercanía de la guerra que Dios puso sobre nuestra cabeza. Dios oculto que entorpece la canción de la danza, que debilita la savia de nuestra fuerza, la savia que es la fuerza, la fuerza que nutre nuestro tronco de hijos desérticos y hambrientos. Dios que nos puso su mano en el hombro cuando le dimos el aliento sagrado, cuando le compartimos la creación de lo creado. Dios que olvidó su refugio, fantasma que después de muerto advierte el poder de la palabra creadora que se establece en la poesía. Dios, poeta decrépito que se alejó de lo creado y dejó al hurto su casa, que se instaló en la otra orilla desde donde niega haber tenido parte en la mutilación de nuestro espíritu. Dios posible y dador de nada, máscara afilada que los vencidos adoptan en el momento mismo en que la locura se acerca y los bendice. Dios posible como una matanza de piedras.
jueves, 11 de marzo de 2010
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