martes, 18 de diciembre de 2012


PARA LOGRAR LA CONFIANZA

Una vez
que el hombre sueña,
el mundo
ha quedado desvelado.

De la voz
que la noche trae,
se nutre
su canto incansable.

Ahora,
después
de que muchos
han soñado,
la luz
de otro ritmo
se agiganta.

El milenio
criba la danza.

El mercurio
de otra luna despliega
el grito
que antes estuvo adocenado
en el llanto
y la fibra del silencio.

Es por eso
que todos corean:
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!

Aunque el lobo
y sus crías
destacen
en medio de las tinieblas
el oro
de los corazones.

¿Quién podría
ser encadenado a la roca
para que fuésemos libres
realmente?

¿Quién ofrecería su naturaleza
-perdida en el simulacro-,
la voz
para que el mundo
de nuevo bailara?

Otro canto
quiere la noche,
una segunda luna
que el sol
deje salir de sus fauces.

Un canto eterno
que libere
de la guerra:
batalla sangre sobre sangre,
hambruna buitres sobre los huesos,
fetidez sobre pólvora.

Un canto desatado
que se inyecte
en la Tierra.

Un aire,
un fuego,
un agua salvaje.

Quizá
una mujer-hilo
que desteja el laberinto.

De allí
que la poesía
deba empinar de nuevo
la confianza.

La fiesta
que sin fronteras
acumule la soberanía
de las miradas,
el aplicado aprendizaje
de los cuerpos
agitados
sin el plomo cobrizo
en sus cabezas.

Sin la dictadura
de los pocos.

Porque el mundo
apenas nace.

Su infancia nos reclama.




Víctor Raúl Jaramillo
Tomado del libro inédito: Palabras como cadáveres

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