martes, 29 de junio de 2010

TERAPIA DIALÓGICA (1)

Introducción

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El Consultorio Filosófico inició actividades en marzo de 1994. Su posición es la de prestar un servicio a la comunidad, enfocado ante todo en el estudio del pensamiento a través del lenguaje y la búsqueda de sí mismo como respuesta al crecimiento interior.

A partir de una serie de lecturas y vivencias activadas durante varios años, se llegó a la necesidad de intensificar y proyectar la praxis filosófica como medicina. Esto se ha hecho en Francia, Bélgica, Alemania y Estados Unidos con gran éxito. En 1982 el doctor Achembach (Alemania), comenzó con la idea de un Consultorio Filosófico, donde se cobraba por consulta para el tratamiento de los malestares y trastornos existenciales de las personas de su país.

Actualmente la Filosofía como Medicina se ha desarrollado paulatinamente por personas como Lou Marinoff (Estados Unidos), José Barrientos Rastrojo y Mónica Cavallé (España), Rainer Matias Holm Hadulla (Alemania), Roxana Kreimer (Argentina), Oscar Brenifier (Francia), Ran Lahav (Israel) Hernán Bueno Castañeda, Oscar Fernando Acevedo y Eufrasio Guzmán Mesa (Colombia), entre otros.

La Filosofía como Medicina es una alternativa dentro de las terapias y no precisamente una terapia alternativa. Y busca pensar los problemas de salubridad en el plano de las relaciones interpersonales y de la autorreflexión sobre los actos y sus consecuencias en la vida de las personas, en principio de manera individual y consecuentemente con grupos.

Individualmente trabaja con “pacientes” que tienen problemas para relacionarse con el mundo por su incapacidad para el diálogo, angustia, crisis o vacío existencial, pérdida del sentido de la vida, suicidas en potencia y también a quienes tienen preguntas precisas sobre temas como la muerte, el amor, la soledad, la libertad, etc. Se puede aplicar en personas con dolor y en pacientes terminales.

En mi caso, el Consultorio Filosófico ofrece una Terapia Dialógica donde el ejercicio de preguntas y respuestas, busca en la persona la solución de su propio problema, ya que “cada hombre tiene que examinar su propio problema y tratar de determinar lo que es justo para él”. El diálogo es la función principal para desarrollar el proceso de comprensión e interpretación de lo que somos y atiende a la comunicación con los demás como medio para el aprendizaje de las cosas. Sin olvidar que es en nosotros mismos donde están las posibilidades de crecimiento, de aceptación de las creencias y la verdad.

Igualmente se ofrece el servicio de seminarios y el de asesorías en los niveles académico y personal que puedan ser desarrollados por el consultorio.

2
La naturaleza del hombre se ha escindido de la Naturaleza que a su vez ha sido creación y evolución continua. Lo que el hombre ha encarado en su interior es el mundo real, su comprensión e interpretación de una realidad que se le presenta como condición objetiva de lo existente. Pero para unirse a esta realidad, el hombre ha desarrollado el diálogo; es decir, que en sí mismo el hombre ha fomentado la actividad dialógica como medio para permitir su presencia y la otredad. Por lo tanto, nuestra naturaleza está en íntima relación con la palabra que nos conforma y nos activa.

Si el mundo y sus cosas establecen una cercanía en su habitar por la actividad propia de su presencia, el hombre se relaciona con el mundo y sus cosas nombrando, llevando a cabo la significación y el sentido. Lo que se hace entonces en el Consultorio Filosófico es desentrañar esos significados, ese reconocimiento del mundo para dar paso del discurso solipsista o del monólogo al diálogo, donde la intersubjetividad se plantea como posibilidad para encontrar “verdades” que conlleven a su vez una construcción de pensamiento.

La Terapia Dialógica busca alertar al ser que nos visita sobre su propia representación del mundo y sus cosas y, al mismo tiempo, ponerlo al tanto de las posibles manifestaciones que nos permiten dar el paso de lo individual a lo universal. Esto no quiere decir que se busque una desmitificación total del estado interior del hombre; al contrario, se asume que es a partir de esa relación entre mythos y logos de donde se toma conciencia de ese habitar “puro” que nos antecede como organismo complejo y singular. Por lo tanto, el acercamiento primero está desarrollado por la activación de una voluntad de crear que se establece desde una conciencia poética; porque es poéticamente como habita el hombre el mundo.

Además, esa subjetividad primera que se conforma como identidad y formulación del Yo que instaura la presencia de nuestro interior, ofrece el resultado de una integración con lo que se sucede de forma inexpresable si sólo se presenta desde la palabra como irracionalidad, que es sumamente válida, pero que es interpretación individual que no ha sido tamizada en la presencia del otro, en la fecundidad colectiva de lo que somos: cultura dialéctica que con su confrontación constante nos permite el crecimiento y la superación.

Retomando, pues, quiero decir que la Terapia Dialógica, que no es otra cosa que esa dialéctica que permanece como desentrañamiento de nuestro interior y ese despertar a la convivencia con la pluralidad de lo que nos rodea, necesita de una conciencia poética y de una hermenéutica filosófica y simbólica que son las mediaciones entre el conocimiento y las creencias. La Terapia Dialógica anima a la persona a la reflexión; al pensamiento libre y plural que desborda la mera opinión para acercarse con mayor exactitud a las decisiones nucleares de la vida, al reconocimiento de lo inmanente y trascendente de la vida, a la aceptación de que la vida debe ser vivida y que de alguna manera, se nos exige la doble atención de la duda y la certeza en el ámbito de los acontecimientos que se vuelven experiencias representativas para establecer una verdadera comprensión de lo que somos y representamos en el marco de lo existente.

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